Niños

¿Ya hay niños con colesterol?

El 25 por ciento de los menores en España tiene problemas de peso, y algunos tienen el colesterol elevado.

El aumento de la epidemia de obesidad infantil ha llevado a la Academia Americana de Pediatría a recomendar que se hagan exámenes a los niños de 9 a 11 años para detectar dislipemia (niveles elevados de lípidos) y niveles altos de colesterol en la sangre. La herencia genética, la dieta y la obesidad son los tres factores de riesgo más importantes para que un niño tenga hipercolesterolemia (colesterol alto).

Resulta aconsejable evaluar los niveles de colesterol a partir de los 2 años de edad en niños con antecedentes familiares de infartos, arterias bloqueadas o una enfermedad que afecta los vasos sanguíneos, como un derrame cerebral, y a aquellos con padres o abuelos con colesterol total en la sangre de 240 miligramos/decilitro (mg/dl) o más, así como en los menores con sobrepeso u obesidad.

Se considera que un niño tiene el colesterol elevado con niveles iguales o superiores a 200 mg/dl en cuanto al colesterol total y de 130 mg/dl o más en lo que respecta al llamado colesterol ‘malo’, es decir, las lipoproteínas de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés).

Y un niño está en niveles límite cuando el colesterol total está entre 170 y 199 mg/dl y el LDL 110 a 129 mg/dl, siendo los niveles normales menos de 170 mg/dl y menos de 110 mg/dl para el colesterol total y el ‘malo’, respectivamente.

La obesidad infantil en España

En España, más de la mitad de la población tiene problemas de sobrepeso, con el 17 por ciento de los habitantes que son obesos. En el caso de los niños, el problema con el peso lo sufren tres de cada diez, es decir, cerca del 25 por ciento de los menores en España pesan más que los niveles recomendados por las autoridades sanitarias.

Un niño sufre obesidad cuando su índice de masa corporal (IMC) -una medida que se obtiene al dividir el peso por la altura al cuadrado (kg/m2)- sobrepasa el percentil 95 para su edad y sexo y que tiene exceso de peso a partir de un IMC de más del percentil 85. Los percentiles son curvas que permiten valorar el crecimiento infantil y que se han diseñado a partir de medidas tomadas a una gran muestra de niños de la misma edad.

Y es que los niños con obesidad se enfrentan a numerosos problemas de salud ya en la infancia y, posteriormente, en la edad adulta. Por ejemplo, los pequeños que sufren obesidad tienen cuatro veces más de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en comparación con los menores con un IMC en el rango normal, como ha revelado un reciente estudio publicado en ‘Journal of the Endocrine Society’.

Entre los factores que predisponen desde el nacimiento a sufrir sobrepeso u obesidad son el sobrepeso de la madre y el tabaquismo durante la gestación; un elevado peso del bebé al nacer, un aumento rápido de kilos durante los primeros meses y la introducción temprana de alimentos sólidos (antes de los seis meses), así como no ser amamantados, según un estudio de 2012 que se publicó en ‘Archives of Diseases in Childhood’.

Cómo prevenir la obesidad

Cuando la ingesta calórica es superior al gasto energético, lo normal es engordar. Ocurre en los adultos y en los niños. Así que la mejor manera de prevenir la obesidad es que esta balanza esté equilibrada, tanto con la dieta como con la práctica de ejercicio. En general, se trata de llevar una dieta recomendable para todos los niños sanos, es decir, que contenga calorías idóneas para su crecimiento. En los niños que tienen que bajar de peso, se aconseja un consumo máximo de entre 1.200 y 1.300 calorías diarias.

Para evitar la obesidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aboga por:

  • Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
  • Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por insaturadas.
  • Disminuir la ingesta de azúcares.
  • Realizar actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de intensidad moderada o vigorosa adecuada a la fase de desarrollo y de actividades diversas.

Niños con colesterol

En esta línea, la Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja disminuir la ingesta total de grasa, es decir, comer menos carne, embutidos, mantequilla y margarina o quesos cremosos, por ejemplo; y, en todo caso, elevar la calidad de la grasa que se ingiere, a través del consumo de pescados o aceite de oliva; así como reducir el consumo de productos que aportan colesterol, como bollería industrial y vísceras.

Otras medidas que los expertos recomiendan tener en cuenta para frenar la obesidad y el incremento de los niveles de colesterol son limitar la ingesta de bebidas azucaradas, consumir alimentos con soja, pastas, cereales y panes integrales y lácteos desnatados; evitar los aceites vegetales, no freír los alimentos, consumir margarinas enriquecidas con etanoles y esteroles, que bloquean la absorción en el cuerpo, así como el chocolate negro, cuyo ácido oleico parece disminuir el colesterol.

Por otro lado, resulta relevante la estructura familiar, como por ejemplo, el hecho de tener un horario regular para irse a dormir y comer, así como limitar el tiempo que dedican los niños a ver la televisión y usar dispositivos tecnológicos, resulta también fundamental para frenar los índices de obesidad.

Un estudio realizado por expertos de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, publicado en abril de 2017 en ‘International Journal of Obesity’ reveló que las rutinas en la primera infancia están asociadas a una mejor salud emocional y pueden reducir las posibilidades de ser obeso.

Beneficios del ejercicio para los niños

En general, la actividad física debe formar parte central de la vida de los niños, con el fin de evitar el creciente sedentarismo existente por culpa de prácticas de la vida moderna, como ver la televisión, usar el ordenador o jugar con dispositivos inteligentes. Numerosas investigaciones, asociaciones profesionales y organismos competentes señalan a diario los beneficios del ejercicio para la mente y el cuerpo de los más pequeños, como:

  • Mantener un peso corporal saludable.
  • Desarrollar músculos y huesos más fuertes.
  • Tener presión arterial y niveles de colesterol en sangre más bajos.
  • Reducir el riesgo de tener diabetes tipo 2.
  • Dormir mejor.
  • Enfrentarse mejor a los problemas emocionales.

Aunque hay infinidad de deportes que pueden practicar y con los que divertirse -baloncesto, fútbol, gimnasia, tenis, natación, etcétera- no es necesario que practiquen uno como tal, basta con que jueguen a cualquier cosa que implique que se muevan físicamente y que lo practiquen de manera regular.

Jugar a policías y ladrones o al escondite o saltar a la cuerda son juegos que suponen actividad aeróbica. Además, los expertos apuestan por acostumbrar a los pequeños a incorporar el ejercicio a sus vidas, con hábitos cotidianos como subir escaleras, pasear o andar. El tiempo dedicado al ejercicio físico debe rondar entre media hora y una hora al día.

Por qué se medica a un niño contra el colesterol

Ante la presencia de hipercolesterolemia, los pediatras abogan por el objetivo de reducir los niveles por debajo de 110 mg/dl mediante dieta y cambios de estilo de vida o, incluso, con tratamiento farmacológico. También resultaría aceptable disminuir las tasas iniciales a, por lo menos, debajo de 130 mg/dl.

Si pasados entre tres y seis meses no se logra reducir los niveles a menos de 130 mg/dl, debe plantearse seguir una dieta distinta. La dificultad a la hora de diseñar una dieta para los niños es que hay que asegurarse de que reciben las proporciones que necesitan de calorías, vitaminas y minerales, así como los micronutrientes, según los pediatras españoles. Cuando los niños tienen menos de 2 años, deben seguir tomando alimentos con grasa y colesterol puesto que en esta etapa de crecimiento la demanda energética es elevada.

El tratamiento farmacológico suele ser el último recurso o se emplea en casos extremos. Cuando los niveles de colesterol tras un año de tratamiento no están por debajo de 190mg/dl o son inferiores a 160 mg/dl, pero existen otros factores de riesgo, se considera la posibilidad de tratar al niño con medicamentos.

Por lo general, no es recomendable administrar a los niños fármacos para reducir su colesterol antes de los 10 años y, en el caso de las niñas, antes de la menarquia -la primera menstruación-. Para el tratamiento pediátrico, se suelen emplear las estatinas, que ayudan a disminuir los niveles de colesterol ‘malo’ en torno a entre un 18 y un 40 por ciento.

Daños que provoca el colesterol alto

Inicialmente, los síntomas asociados a la obesidad y los niveles elevados de colesterol no se suelen manifestar, pero si se evitan o disminuyen lo antes posible, resultará beneficioso para la vida futura del pequeño, sobre todo para su salud cardiovascular.

El colesterol elevado resulta peligroso principalmente para el corazón, aumentando el riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Según la Fundación Española del Corazón, las personas con más de 240 mg/dl de colesterol en sangre presentan el doble de riesgo de padecer un infarto que quienes poseen niveles por debajo de 200. Además, el colesterol se va acumulando en las paredes de las arterias, por lo que éstas se estrechan y se vuelve más difícil el paso de la sangre (ateroesclerosis).