Los castillos de Aragón, un patrimonio inabarcable

El territorio aragonés está plagado de estos testigos del pasado, tantos, que su mantenimiento resulta imposible.

El castillo de Loarre.
Los castillos de Aragón, un patrimonio inabarcable
Heraldo

Según los entendidos, Aragón llegó a albergar en la Plena Edad Media más de 500 castillos y fortalezas. Edificios de mayor o menor envergadura y distintos estilos que de haber estado distribuidos de manera uniforme por todo el territorio podría haberse encontrado un castillo por cada 100 kilómetros cuadrados. Una línea defensiva surgida principalmente entre los siglos X y XIV, periodo en el que el Reino de Aragón -y más tarde la Corona- debía defenderse de las razzias musulmanas primero y de las tensiones con otros reinos ibéricos después, que aún sigue siendo evidente en varias comarcas aragonesas.


Sin embargo, a nuestro tiempo han llegado bastantes menos de la mitad de este medio millar de edificaciones, y muchos de ellos desprendidos ya de forma irremediable de aquella imagen de poder y majestuosidad con la que fueron levantados después de que el paso de los siglos, las idas y venidas de varios conflictos y la dejadez por su cuidado los hayan acabado convirtiendo en poco más que un conjunto de piedras que aguantan a la espera de la última embestida.


Desde la plenitud de Loarre, pasando por la diversidad de todos los castillos de las Cinco Villas o el curioso caso de Monzón -utilizado hasta hace relativamente poco durante XI siglos- hasta la originalidad del castillo de Peracense, las tres provincias aragonesas cuentan con ejemplos suficientes para recorrer de forma satisfactoria las distintas circunstancias y propuestas constructivas que se dieron en los edificios defensivos del medievo. Un patrimonio que por su magnitud y abundancia puede tanto presumir de ser uno de los mayores reclamos turísticos y culturales de la Comunidad en varios casos, como suponer un auténtico quebradero de cabeza para instituciones y grupos culturales por la imposibilidad de atender todas las necesidades de adecuación, restauración y promoción que requerirían la gran mayoría de ellos.


“Cuando empezamos nosotros hace unos veinte años nos dimos cuenta de que en la mayoría de las comarcas y municipios en los que se podía encontrar un castillo su memoria y su interés estaba prácticamente desaparecido”, explica José Manuel Clúa, vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de los Castillos de Aragón (ARCA), organización que desde hace dos décadas promueve jornadas y exposiciones para difundir y recuperar este patrimonio, muchas veces ignorado. Y es que, según señala Clúa, ejemplos icónicos como el castillo de Loarre son “una excepción”. Este castillo, escenario de películas de Hollywood, supone por su conservación una rara avis “incluso a nivel Europeo y además ha tenido la fortuna de contar con una asociación -Amigos del Castillo de Loarre- que ha dinamizado en muy buen término todos los aspectos culturales y turísticos que puede dar de sí una edificación de este tipo”, señalan desde ARCA.

Entre la ruina y la iniciativa local


Para encontrar la otra cara de la moneda, solo hace falta desplazarse unos kilómetros de la capital aragonesa. El castillo de Miranda se encuentra a poco más de 10 kilómetros de Zaragoza, en plena zona de los montes del Castellar, próximo a los galachos de Juslibol. Por su ubicación, esta fortaleza construida a principios del segundo milenio tuvo un papel clave en la reconquista de la plaza zaragozana a los árabes por parte de Alfonso I, que lo incluyó como un escenario primordial en su estrategia. Ahora, casi 900 años después de aquella fecha histórica, el castillo de Miranda se encuentra en estado de ruina después de que varias iniciativas institucionales no acabaran de tomar nunca forma.


Sin embargo, el de Miranda es solo uno de las decenas de castillos aragoneses cuyo estado ha sido denunciando por entidades y asociaciones. Desde hace unos años, Aragón figura como la tercera Comunidad Autónoma con más restos arqueológicos en peligro, según denuncia la Lista Roja del Patrimonio administrada por la fundación Hispania Nostra, una lista en los que al menos un tercio de los 66 focos de abandono denunciados en la Comunidad son castillos u otras fortificaciones. Y es que en los últimos tiempos los efectos de la crisis y los recortes presupuestarios en materia de cultura han reducido al mínimo las iniciativas para recuperar parte de este patrimonio del medievo, que por su número y extensión, ha supuesto un reto inabarcable hasta en época de bonanza.


“Normalmente las instituciones y los propietarios privados tienden a tener la idea de que conservar o restaurar un castillo supone devolverlo a su estado original, lo que obviamente, además de suponer una cantidad de dinero desorbitada, es algo que seguramente no acabaría de muy buena forma”, explica Clúa, quien reclama que en vez de acometer “grandes inversiones” en casos más puntuales se debería centrar el trabajo en afianzar y consolidar las ruinas que aún quedan en la mayoría de los casos.


No en vano, no son pocos los casos en los que una restauración demasiado 'incisiva' ha acabado provocando más críticas que aplausos. Hace dos años, a raíz del caso de la pintura de Borja la Asociación en Defensa del Patrimonio (Apudepa) publicó un informe en el que se recogía los 'otros eccehomos' de Aragón. Un conjunto de desatinos entre los que se incluían varios castillos como el de Ayyub en el conjunto amurallado de Calatayud, o el de Ateca, edificaciones que según señaló la asociación, “fueron adulteradas” en su restauración.



Pese a todo, la iniciativa local y en muchos casos de los vecinos de las poblaciones que albergan alguna de estas fortalezas siguen dejando incluso en estos tiempos de crisis varias iniciativas que buscan volver a mirar a sus castillos. Uno de estos últimos ejemplos ha sido el de Cadrete, donde el año pasado una iniciativa local consiguió restaurar el castillo de la localidad, cuyo estado de abandono había sido denunciado en varias ocasiones durante las dos últimas décadas. Ahora, con las ruinas consolidadas, el municipio recibe cada semana la visita de turistas y grupos escolares que encuentran en este castillo recuperado un motivo más para acercarse a la población.