Retrospectiva fotográfica del sudafricano Pieter Hugo sobre lacras sociales y vulnerabilidad

  • El radical documentalista prepara la mayor de sus retrospectivas: un recorrido en busca de las 'cicatrices' africanas y del escaso consuelo entre tanta fractura.
  • 'Entre el diablo y el profundo mar azul' presentará en Alemania una selección de todas las series de un creador en constante desafío para mirar de forma inusual.
  • Su obra, una de las más personales, febriles e impactantes de hoy, intenta buscar respuesta a una pregunta esencial: '¿Qué nos divide y qué nos une?'.

Un par de fotografías para intentar comprender la tarea autópsica de Pieter Hugo en las entrañas del continente africano. En la primera, la más reciente, el fotógrafo, nacido en 1976, sostiene a su primogénito Jakob, todavía un bebé. Padre e hijo no parecen cómodos. El hombre, con el pecho al descubierto mostrando tatuajes y musculatura, evita el gesto de orgullo de cualquier padre primerizo: al contrario, parece preguntarse cómo ha sido capaz de traer al mundo a un nuevo ser humano sabiendo el futuro incierto que le aguarda. El niñito, colgando de las manos enlazadas con fuerza del padre, tampoco tiene claro que sea una buena idea.

En la segunda imagen, un crío aparece visto desde arriba mientras descansa en la hierba, entre recién nacidos lirios. Es un niño negro vestido con un absurdo y bastante sucio chaquetón de adulto. La melancolía de la mirada del chaval y la esperanza derivada de la pureza del marco natural son aplastadas, anuladas, al saber que la imagen está tomada en una de las zonas donde en 1994 se produjeron las más sangrientas masacres de la matanza genocida de entre un millón y millón y medio de tutsis por la minoría dirigente de los hutus de Ruanda.

'¿Cómo se vive en este país?'

Cuando Hugo (Sudáfrica, 1976), uno de los más radicales, febriles, sensibles e impactantes artistas de la imagen de las últimas décadas, decidió mostrarse como padre y colocar a su hijo frente al objetivo, formulaba por vía fotográfica una reflexión dolorosa y complicada. "¿Cómo se vive en este país? ¿Cómo se puede formar una familia en una sociedad tan conflictiva?", se preguntó entonces, cuando puso en marcha el proyecto Kin (Parentela), una indagación sobre las "fracturas y la esquizofrenia" del país del fotógrafo, que sigue viviendo en Sudáfrica, una de las naciones más violentas del mundo.

Convertido en el fotógrafo sudafricano más famoso de la historia, entrometido, curioso, sensible, voraz y valiente, Hugo empezó a ofrecer desde principios del siglo XXI una mirada inédita sobre la febril realidad de la vida en África. Sus reportajes, premiados con frecuencia, mezclan el tono del documentalismo clásico con el acabado cuidado de la foto artística de autor. Nunca ha estudiado fotografía académicamente —aunque hace fotos desde los diez años— y sólo utiliza cámaras Hasselbald de medio formato.

Mirar sin paternalismo

La carrera completa de un creador en constante desafío consigo mismo para mirar de forma inusual y no complaciente o paternalista —aunque tenga la piel blanca, nadie puede discutirle la africanidad militante— será exhibida en la amplísima retrospectiva Between the Devil and the Deep Blue Sea (Entre el diablo y el profundo mar azul), que acaba de anunciar el Kunstmuseum de Wolfsburgo, uno de los más activos de los alemanes en lo que se refiere a fotografía.

¿Cómo vivir con las sombras de la represión cultural o el dominio político? La muestra, que se promociona con antelación dada su importancia, se celebrará entre el 19 de febrero y el 27 de julio de 2017 y pretende responder a estas preguntas formuladas por Hugo: "¿Qué nos divide y qué nos une? ¿Cómo viven las personas de todos los colores con las sombras de la represión cultural o el dominio político?".

'Huellas visibles y ocultas cicatrices'

Los organizadores destacan el "agudo sentido de las disonancias sociales", del reportero, que no sólo ha trabajado en su país, sino también en lugares como Ruanda, Nigeria, Ghana y China. Las fotografías de este cronista de "huellas visibles y ocultas y cicatrices" exploran de qué manera las personas se ocupan del bagaje histórico que condiciona sus vidas.

Particularmente interesado en las "subculturas sociales" y el "abismo entre el ideal y la realidad", las series de Hugo han narrado formas de vida desamparadas, donde todos —desde una actriz de Nollywood, el Hollywood nigeriano, hasta un domador ambulante de hienas o un chico que trabaja recogiendo basura tóxica en un vertedero tecnológico de Ghana— son tratados sin jerarquías y "con la misma cantidad de respeto".

El 'momento de la vulnerabilidad voluntaria'

Más artista que antropólogo o documentalista, el fotógrafo, que llegó a los museos en 2012, tiene el mérito de explotar un lenguaje visual conciso, buscando lo que él llama el "momento de la vulnerabilidad voluntaria", creando retratos de poderosa franqueza que contrastan con las dificultades de la realidad social que envuelve a los protagonistas. Incluso las naturalezas muertas y los paisajes parecen a veces comentarios sociales o metáforas.

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