Gustavo Cerati
Detrás de Cerati en su concierto en Rock en Caracas, en 1989, se encontraba en Soda o el Zeta, personaje lanzado al vacío..

Nunca sabremos cuál fue la última nota que cruzó por tu cerebro ¿Se apagó la música en ti cuando te desconectaste y entraste en coma? ¿Cómo habría sido esa canción? Supiste cómo se detuvo el mundo cuando decidiste ¿lo decidiste? entrar en black out.

No fui fanática de Soda Stereo. Algunas canciones me encantan, pero no marcaron el sound track de mi vida. En el año 1989 se realizó el Festival de Rock en Caracas, ellos estuvieron y ofrecieron un gran concierto. Lo mío en ese momento era ese portento, el padre del rock en español, Miguel Ríos, el cantante que se atrevió a sacudir las caderas en la España franquista y gritar sí al rock en español. A esa troupe me incorporé, tras una estupenda rueda de prensa y una conversa sabrosísima. Esperando una noche —se podía andar de noche por ahí— para llevarlos en ronda de paseo, arepas, uno que otro toque de jazz furtivo, me tocó conocer en el lobby a uno de los chicos de la banda. El Zeta o el Soda, creo que se llamaba. Me topé con un hombre que descolgó su lengua para hablar de la casa con las veintitantas habitaciones, las mujeres que se le entregaban en ramilletes, el éxito, las drogas, el poder de tener todo lo que se le antojaba cuando se le antojaba. Todo un monólogo del vacío, en el que yo era la única espectadora. El no paraba de hablar, estaba jaladísimo y hasta un par de historias de drogas duras soltó. Recuerdo unas pastillas, supongo de acido, pero cuando trato de invocar el nombre el cerebro me estalla en colores fosforescentes. No importaba detenerse para saber si yo seguía allí. El quería escucharse. Soda o Z, no sé porque confundo su apelativo, era como la historia del tour Cerati. Supongo que al saberme periodista estaba esperando que indagara sobre Gustavo y su genio. ¿Y él? ¿Qué es un baterista en la historia de una banda de rock? Es imprescindible. Es el latido de la percusión, la nota latente a la que le tocan un par de descargas cuando el líder Gustavo Cerati presenta a quienes lo acompañan y que conforman la pieza de relojería que produjo un sonido como el de Soda Stereo.

Cuando se transitan tantos años juntos ¿no se deja un trozo de uno allí en Soda? ¿Por qué llevas tú el nombre del grupo como sobrenombre? Me habría gustado saber si era oriundo de Buenos Aires. Cómo fue su llegada a la música, si aterrizó como la última opción en un transitar diletante o fue un sino desde los cinco años. Si venía de los humildes continuando la leyenda gardeliana, o era un chico de clase media, que convirtió un hobby en una profesión. Mi grabador hacia peso inútil en la cartera. Soda parecía querer agotar las historias de sus cortos 26 años en el lobby de ese hotel. Mis preguntas escapaban de mi boca y rebotaban contra la ferocidad de su silencio. Todos los habitantes de la noche se habían guardado y solo estábamos aquel rock star y yo. ¿Esperaba a alguien? ¿Qué hacía en esa inmensidad ahogado en sus palabras? Yo quería decirle que casi era parte de la troupe de Miguel Rios, que quizá hasta me iría a Madrid con ellos, que seguramente en esa mi primera experiencia profesional como reportera, prometería un libro, o al menos una primera plana. Que con lo mi cielantes que somos los venezolanos terminarían comiendo arepas en mi casa, escuchando historias de la familia. Íntimos.

¿Podrías haber sido otra cosa de no haber existido Soda Stereo? Quería saber, tenia tanta hambre de sus respuestas como la que debían tener los músicos de Mike Ríos ¿Dónde entra la música en toda esta feria de extravagancias? Tenía sed, ya había esperado mucho por la troupe de Mike Ríos casi una hora. Me pareció que mi maquillaje se empezaba a derretir y decidí y no podía permitírmelo, no esa noche. Debía retocarlo. Cuando voltee el Zeta ya no estaba allí. Hoy creo que fue una alucinación dirigida, un rapto de mi imaginación cuando levanté la persiana americana en la que aun no era la ciudad de la furia.

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