Padre que plancha, hija científica

Las hijas de padres que participan en el hogar eligen carreras sin estereotipos

Los hombres que participan en las tareas domésticas, claves para que sus hijas elijan profesiones 'masculinas'

Trabajar con los varones, una forma de aumentar la presencia femenina en la ciencia

Una niña hace sus deberes mientras su padre plancha a sus espaldas

Una niña hace sus deberes mientras su padre plancha a sus espaldas

Propias

Mucho se habla de la igualdad de géneros, pero la realidad es que los estereotipos se mantienen (mucho menos, pero se mantienen) impidiendo de manera clara la tan esperada igualdad real de chicos y chicas. Basta recordar las palabras de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, durante la presentación de la última hornada de bomberos del Ayuntamiento de Madrid, en la que no había ni una sola mujer entre los más de 200 que se incorporaban. Su explicación fue que hombres y mujeres son distintos y que estas pruebas eran muy duras para las mujeres. En otras comunidades, como en Catalunya, sí que hay mujeres bomberos.

Pero, ¿qué es lo que de verdad influye a la hora de escoger una profesión?, ¿es cierto que hay profesiones de chicas y profesiones de chicos? Un reciente estudio de Universidad de Columbia Británica, de Canadá, constata que en los hogares igualitarios, aquellos en los que padres y madres se reparten de manera equitativa los trabajos domésticos, sus retoños serán adultos igualitarios. Algo lógico, ya que los niños aprenden los valores de sus progenitores. Son esponjas del aprendizaje. Pero lo más revelador de la investigación es la influencia del quehacer del padre igualitario en sus hijas: estas tienden a escoger profesiones vinculadas a estereotipos masculinos, más que las habituales profesiones femeninas vinculadas al cuidado y al servicio. De este estudio, se desprende que está en manos de los hombres el avance femenino en campos tradicionalmente masculinos, como son las ingenierías o las carreras de ciencias.

El estudio, publicado en la revista Psychological Science, se basó en los datos recogidos de 326 niños, con edades comprendidas entre los 7 a 13 años. "Los resultados que hemos obtenido son importantes porque sugieren que un mayor equilibrio en la división del trabajo doméstico entre los padres podría promover una mayor igualdad de fuerza de trabajo en el futuro de las nuevas generaciones", indicó la responsable del trabajo, Alyssa Croft.

Los investigadores querían comprobar cómo los roles de género de los niños "se podían predecir" por las propias creencias de los padres en la materia y, sobre todo, por su contribución al trabajo doméstico. Anteriores estudios habían demostrado claramente la influencia de la madre en sus hijos: a madres más igualitarias y que trabajaban fuera del hogar, retoños más igualitarios, porque la mujer se convertía en referente. Pero el equipo liderado por Croft puso en entredicho el "segundo empleo" de la mujer, el trabajo doméstico, un factor que bloquea los logros de las mujeres, tanto en la fuerza laboral remunerada como en su empoderamiento personal. Porque en unas sociedades en las que las féminas hace tiempo que se incorporaron en el mundo laboral, los avances en materia de igualdad aún son insuficientes, entre otras cosas porque el peso del trabajo doméstico sigue recayendo de manera muy clara en la población femenina.

De esta manera se adentraron en el trabajo doméstico, estudiando quiénes lo hacían y si en el caso de que se repartía, se hacía de una manera equitativa. Y fue entonces cuando comprobaron que el "papel del padre es un elemento clave en la predicción de las ocupaciones no tanto de los hijos como de las hijas", señala Croft.

Las explicaciones que encuentran los autores de este trabajo es que los padres podrían de alguna manera mostrar a las hijas lo que podían esperar de su futura pareja, un compañero que trabajará codo con codo en la casa de tal manera que ella tendrá más tiempo para trabajar. O, al menos, trabajar en las mismas condiciones que el varón.

Pero, además, las niñas interiorizaban que los trabajos destinados habitualmente a las mujeres, como son todos los relativos a cuidados y servicios, no eran exclusivos de las féminas, rompiendo así los moldes establecidos, máxime cuando el progenitor que ayuda en las tareas de la casa desempeña trabajos clasificados como masculinos.

Así, advirtieron que si el padre colaboraba activamente en el hogar, las niñas soñaban con ser policías, médicos o científicas. Por el contrario, cuando el padre se apoltrona en el sofá, dejando las tareas domésticas a la madre, las pequeñas fueron más propensas a imaginarse en un futuro trabajando como enfermeras, profesoras o sencillamente, con ser amas de casa.

¿Por qué esa influencia tan clara en las hijas y no en los varones? Porque las mujeres, señala Alyssa Croft, son "más propensa a interiorizar las normas sociales", mientras que los niños son menos "maleables". Además, apunta, los estereotipos que rigen el comportamiento masculino son más rígidos que los de las féminas.

La investigadora cree que este trabajo abre una puerta más que interesante para intentar romper estereotipos, sobre todo, en lo referente a dirigir la vida profesional de las mujeres. Asegura que queda mucho por investigar, pero insiste en que este es un paso para trabajar con los padres e insistir en que si ellos colaboran en las tareas domésticas sus hijas serán más proclives a "equilibrar el trabajo con la familia y a tener una carrera menos estereotipada de género".

Este trabajo da los argumentos para intentar terminar de una vez por todas con la clásica división entre trabajos masculinos y femeninos. Problema que existe en todas las sociedades avanzadas, incluida la española, que desde hace tiempo clama por incrementar la presencia de mujeres en el mundo de la ciencia, por ejemplo.

Y es que, los datos son reveladores. Pese a que las chicas son mejores estudiantes que los varones y que una buena parte de los universitarios son féminas, los estereotipos se mantienen: mientras que en ciencias de la salud en el curso pasado había casi 162.000 mujeres matricula frente a 70.000 varones, en ingeniería y arquitectura había algo más de 77.000 chicas frente a 220.500 varones. En los másters, la situación es similar (véase gráfico).

Una realidad sobre la que ya alertó el el Instituto de Estadística de la Unesco y que revela que pese a que el 54% de los estudiantes de grado son mujeres y el 51% de los que realizan el doctorado, la realidad es que sólo el 39% se dedican a la investigación. Y en este caso, su presencia se concentrada fundamentalmente en las ciencias sociales. "mientras que permanecen subrepresentadas en ingeniería y en carreras tecnológicas", indica este organismo internacional, que insiste en la necesidad de alentar a las jóvenes en los estudios de matemática y ciencia.

Según la Unesco, en España "existen numerosos obstáculos asociados a estas trayectorias educativas, desde los estereotipos que afrontan las niñas hasta las responsabilidades familiares y los prejuicios que enfrentan las mujeres en el momento de elegir su campo de estudio".

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