Subastan 257 Polaroid tomadas por el cineasta ruso Tarkovski

  • Son imágenes que el director ruso hizo en 1983, mientras rodaba en el autoexilio italiano la obra maestra 'Nostalgia', una mirada dolorida a su tierra natal.
  • El hijo del cineasta saca a la venta la colección de las imágenes instantáneas que Tarkovski adoraba porque eran difusas como los recuerdos.
  • Dividas en 29 lotes de entre nueve y diez fotos, cada uno moverá un precio de venta de entre 31 y 43.000 euros, según estima la casa Bonhams.

Las películas metafísicas, nada convencionales y de obsesivo interés por el tiempo del ruso Andréi Tarkovsky (1932-1986), uno de los grandes directores de la segunda mitad del siglo XX, estaban fundadas en la idea de que el cine debe ser "un misterio para el propio director" y, por ende, el resultado, el film acabado, "debe ser siempre un misterio también para el director", porque de otra forma "no sería interesante".

No es raro que al tratarse de un creador poético, de estilo narrativo oblicuo y con una mirada privilegiada para convertir a la naturaleza en un símbolo emocional, le gustasen las fotografías instantáneas Polaroid, perfectas como soporte para los recuerdos difusos, los paisajes entristecidos y la luminosidad tenue de la vida. Desde finales de los años setenta solía llevar siempre encima alguna cámara y cartuchos de película.

'¡Deja de actuar de una vez y vive!'

Las fotos, que no usaba, como otros directores, para elegir localizaciones o fijar puntos de vista, no eran para el exigente Tarkovski —"¡deja de actuar de una vez y vive!", ordenaba a sus protagonistas cuando se pasaban de metodología dramática— una forma de copiar la naturaleza para luego emularla —"no copies nunca a la naturaleza: el artista debe ser como el Creador mismo. Él mismo debe crearlo todo"—, sino una manera de atrapar el tiempo, de "esculpirlo", como señaló en su ensayo póstumo, titulado precisamente Esculpir en el tiempo.

"En todas mis películas", escribió en el ensayo, "me he esforzado por establecer lazos de unión que aúnen a las personas (dejando de lado los intereses meramente materiales). Lazos de unión que, por ejemplo, a mí mismo me unen a la humanidad y que a todos nosotros nos ligan con lo que nos rodea. Tengo que sentir imperiosamente mi continuidad espiritual y el hecho de que no me encuentro por azar en este mundo".

Sentido de pertenencia

La Polaroid, a la que sentía atado como a un tóxico, le ayudaba a obtener el sentido de pertenencia y anotar sin palabras y sin demasiada complejidad cómo transcurría la vida. Casi todas las fotos que hizo son personales, recordatorios dignos de álbumes caseros, miradas sorprendidas por la majestad de la niebla, el perfil de los árboles, la belleza inexplicable de la normalidad de un amanecer...

257 Polaroid originales realizadas por el director antes, durante y después del rodaje de Nostalgia (1983), tal vez la más personal de sus películas y la penúltima antes de la muerte, en 1986 en París, a los 54 años y por un cáncer de pulmón, salen a subasta. Las va a vender la casa Bonham en su sede de Londres en la sesión Nostalgia - Before and After. A Collection of Unique Polaroids by Andrey Tarkovsky, anunciada para el 6 de octubre.

Expuestas antes en Nueva York

Las Polaroid, que proceden de la colección personal del hijo del cineasta, han sido divididas en 29 lotes. Cada uno tiene nueve o diez instantáneas y Bonhams estima que alcanzarán un precio de entre 31 y 43.000 euros por cada lote. Antes de la subasta en la capital inglesa, las fotos, una selección de las cuales fueron editadas en libro en 2010, serán expuestas antes en la sede de Bonham en Nueva York hasta el 26 de agosto.

Tomadas en Italia, donde se había autoexiliado el director tras ser furiosamente atacado por algunos de sus colegas de gremio y presionado por las autoridades de la URSS, que prohibieron casi todos sus filmes, lo detuvieron en más de una ocasión y estuvo a punto de acabar en la cárcel por El espejo (1975), las fotos son una mirada dolorida y melancólica de Rusia, la tierra que no podía olvidar. "Sólo puedo trabajar en Rusia, en mi hogar. ¿Quién me necesita en otro lugar? ¡Me necesitan en mi país!", llegó a decir.

Vivir de los recuerdos

Muchas de las fotos fueron tomadas mientras Tarkovski estaba rodando Nostalgia, el primer film que produjo fuera de la URSS y una obra que evidencia de manera biográfica las peripecias y angustias personales del director, que no es capaz de sacudirse la necesidad de estar en el lugar natal. En las Polaroid queda claro como termina por vivir sólo de los recuerdos de su patria, su círculo de amigos, rincones...

En la edición de otoño de Bonhams Magazine, el historiador de cine Mark Le Fanu analiza la "pasión por las Polaroid" de Tarkovski. "La adicción, creo que la podemos llamar así, se inició en 1979. Había algo en la forma en que la cámara ofrecía una imagen instantánea que le pareció similar a su manera de entender el cine. [Además], le gustaban la saturación difusa y muy ligeramente retro, la reproducción del color y el aire de misterio de cada toma".

Museos e instituos de cine, interesados

Daria Chernenko, jefa de arte ruso de Bonhams, añade: "Estas imágenes son una sorprendente visión de Tarkovski, que durante toda su vida estuvo obsesionado con el paso del tiempo. Las composiciones oníricas son el reflejo de su cinematografía". Añade que nunca habían salido al mercado antes y que la casa subastadora ha recibido muestras de interés en la subasta de varios museos e institutos de cine.

Tarkovsky tuvo éxito con su primera película, La infancia de Iván (1962), que obtuvo el León de Oro del Festival de Cine de Venecia, pero el impacto lo puso también en el objetivo de los censores comunistas, que zancadillearon muchos de sus proyectos. Andréi Rubliov (1966), fue prohibida durante cinco años y las autoridades soviéticas sólo permitieron que fuese exhibida a las cuatro de la mañana del último día en el Festival de Cannes.

Filmó también con muchas dificultades dos obras de ciencia ficción, Solaris (1972) y Stalker (1979) antes de optar por el autoexlio. Su película póstuma, apadrinada y financiada en parte por Bergman, fue Sacrificio (1986), que ganó cuatro premios en Cannes. El director, ya gravemente enfermo, no pudo recogerlos. Su familia le enterró en París bajo este epitafio: "El hombre que vió al ángel". Unos años después, un exagente del KGB divulgó la información, nunca confirmada por otras fuentes, de que el cineasta podría haber sido asesinado por  el espionaje ruso.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento