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La rata negra llega a Madrid

Este roedor es muy ágil y a diferencia de la gris es especialista en trepar por árboles

Un ejemplar de rata negra. En vídeo, imágenes del roedor.
Esther Sánchez

La rata gris, inquilina habitual del subsuelo madrileño, tiene una nueva compañera: la rata negra. De menor tamaño y más pequeña que su pariente, es una gran trepadora y vive en falsos techos, áticos y árboles. El Ayuntamiento de Madrid la detectó el año pasado y tiene localizados 10 focos, que, de momento, no constituyen una plaga y están controlados. Esta especie, originaria de Asia, suele habitar en ciudades portuarias, de ambiente más húmedo.

“De momento son avistamientos puntuales, pero no tenemos ninguna duda de que debido a su capacidad reproductiva (pueden llegar a tener cinco camadas al año) y de adaptación van a ir en aumento, como demuestra que en marzo de 2019 había tres focos y ahora ya son 10”, explica Sergio Monge, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), que aglutina a las empresas de control de plagas. Detectaron la presencia de la especie en otoño de 2018 de forma “casual”, en un análisis de excrementos realizado por el Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA). 

La asociación está trabajando para encontrar las medidas de control adecuadas y todavía no cuenta con un tratamiento definitivo . “Para nosotros supone un reto, porque al construir los nidos en los árboles hay que utilizar productos al aire libre que pueden afectar a otros animales que incluso pueden estar protegidos”, aclara Monge. A pesar de sus características morfológicas distintas a la rata gris —de color negro y un peso de 250 gramos, rabo más largo que el cuerpo, ojos saltones y orejas muy grandes— es difícil diferenciarla a simple vista debido a la rapidez con la que se mueve.

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En las ciudades con problemas se colocan chapas de metal alrededor de los troncos de los árboles a una altura determinada para evitar que trepen y aniden en ellos. Las Palmas de Gran Canaria comenzó a instalar estas anillas en 2017 en varios miles de palmeras situadas en los parques públicos para evitar que los roedores puedan acceder a los cogollos de estos árboles y causar destrozos que pueden suponer su muerte.

“El objetivo siempre va a ser eliminarlas, porque pueden transmitir enfermedades graves, aunque en las sociedades modernas estamos muy avanzados en el aspecto sanitario de control de plagas”, explica el presidente de ANECPLA. Entre estas dolencias se encuentran la salmonelosis, el hantavirus o la enfermedad de Weil. Pero dada su capacidad reproductiva, su erradicación es muy complicada. Las empresas especialistas buscan tratamientos sostenibles, realizando en primer lugar un diagnóstico que permita un control integrado que tenga en cuenta todos los factores que hacen que la plaga prolifere en un lugar. “Intentamos que el último recurso sea el químico”, indica Monge. Este viernes se reunirán Ayuntamiento y los profesionales de ANECPLA para poner freno a la nueva rata callejera.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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