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Los cítricos y el cambio climático

Los cítricos y el cambio climático

Varias causas contribuyeron al aumento de la superficie de cítricos en la Comunidad Valenciana desde 1970 hasta 2000 como fueron nuevas infraestructuras de regadío, el aumento del mercado que significó la entrada en la UE, el aumento de la población española, aumento de las operaciones en ultramar, …

 

Las nuevas plantaciones de cítricos están en cotas mayores a las habituales. Es posible por el descenso de heladas y un pequeño incremento de las temperaturas mínimas, atribuídas al cambio climático.

 

Por Francisco Borrás, Consultor en temas de comercio agroalimentario


Las personas que vivimos en y alrededor del campo somos conscientes que en las últimas décadas se han producido cambios relevantes en la climatología que han afectado de forma directa al cultivo de cítricos.

Cuando miramos en la bibliográfica, hoy básicamente internet, podemos leer que la mayor helada registrada en las costas del Mediterráneo español fue la del 11 de febrero de 1956, en la que la ciudad de Valencia registro una mínima de -7,2ºC. Esta helada tuvo una repercusión en los cítricos, que hoy se considera histórica.

En aquel momento, en diferentes zonas, no solo se estropearon los cítricos que estaban aún pendientes de recolección, sino que se perdieron muchos árboles al helarse la sabia y reventar los troncos. En las zonas más cálidas hubo una pérdida relevante de las hojas de los árboles de cítricos, que cayeron secas, pero si las ramas no se rajaban, en primavera brotaron.

A nivel general esta situación se volvió a dar, pero ya no con tanta virulencia en diciembre de 1963, en la que afecto a la fruta y solo a una parte menor del arbolado. Nos tenemos que trasladar a principios de enero de 1985 cuando, durante dos semanas, sufrimos otra serie de heladas, con fuentes de Valencia capital congeladas, y donde se perdieron la mayoría de los cítricos que estaban sin recolectar y se llegó a finales de febrero a la práctica paralización de las exportaciones de cítricos de la zona mediterránea española. Sin embargo, a pesar de los días que duró este episodio de heladas, y quizás debido a esa razón, campos que tuvieron hielo sobre los árboles durante varios días, no llegaron a afectar al arbolado.

En realidad la relación entre heladas y cítricos es una relación de amor y odio, ya que temperaturas relativamente bajas son necesarias para tener cítricos de buena calidad, tanto desde el punto de vista del color como de la calidad interna en términos de equilibro azúcar y acidez. La ubicación ideal para las plantaciones de cítricos son las zonas de frontera climática, allí donde se combina un clima templado con ligeras heladas por debajo de 0ºC, pero sin pasar de los -2ºC a -3ºC. Normalmente cuando estas temperaturas se dan a partir de diciembre, en los que el nivel de azúcar del zumo es lo suficiente elevado, para que el nivel crioscópico de congelación es inferior a -4ºC, en la pulpa, la fruta lo resiste y el árbol también.

Por otro lado, sabemos que las plantaciones de cítricos en zonas tropicales donde no hay riesgo de este tipo de temperaturas, permite un crecimiento de los arboles de cítricos, pero en contra, debido a que el salto térmico entre el día y la noche es muy pequeño, los frutos presentan dos factores que afectan directamente a su calidad. Los frutos son verdosos y no alcanzan el color naranja característico de las naranjas y las mandarinas y su sabor es simplemente dulzón, por no tener el grado de acidez que convierte las naranjas y mandarinas de las zonas de frontera climática en atractivas para el consumidor por su equilibrio entre el azúcar y la acidez.

Hay una expresión histórica de los agricultores de la ribera del Mediterráneo, directamente relacionada con los cultivos históricos de la zona. Allí donde hay algarrobos, puede haber naranjos. Si aceptamos como válida la expresión, podemos imaginar que la diferencia entre los dos cultivos está en la disponibilidad de agua. No se si la expresión es agronómicamente cierta o no, pero algo de verdad tendrá, cuando por otro lado es fácil observar que a medida que vas hacia el interior de la meseta o de las montañas del maestrazgo, hay un momento en que desaparecen los algarrobos y se quedan solo los olivos y las cepas.

Desde una visión del último medio siglo, desde finales de los 60 hasta hoy, cuando miramos la evolución de los cítricos en España, podemos observar dos datos claves. A finales de los 60 las hectáreas totales de cítricos tocaron la cifra de 100.000 y la producción rozó los 2.000.000 de Tm. En estos momentos tenemos algo más de 270.000 hectáreas y la producción alcanzó el año pasado las 7.500.000 de Tm.

Si bien es cierto que Murcia y Andalucía han crecido mucho más que la Comunidad Valenciana, está ultima ha doblado el número de hectáreas y en ese periodo pasó de 1.700.000 Tm a tocar el techo de 4.000.000 de Tm durante varios momento entre 1992 y 2018 (1992, 1994, 1997, 2004, 2006, 2014, 2016 y 2018) y alcanzó su máximo de hectáreas de 185.000 al inicio del siglo XXI, aunque ahora está cerca de las 150.000, debido al alto abandono de las dos últimas décadas.

El crecimiento de la Comunidad Valenciana, de inicios de los 70 desde 75.000 hectáreas hasta las 185.000 del año 2000, tuvo varias causas. Las nuevas infraestructuras de regadío, donde destacan El Canal Principal del Campo del Turia, entre el embalse de Benageber y Manises y sobre todo el Canal Júcar-Turia, entre otros. Además, se consolida progresivamente el riego por goteo, lo que lleva acompañado la necesidad de terrazas para el viejo riego a manta.

Igualmente contribuyen a este crecimiento la consolidación de la apertura de España y su entrada en Unión Europea (1985), la puesta en marcha del Mercado Único (1993).

También el incremento de población española que pasa de los 36 millones en 1975 a los 47 de la última década. Estos dos factores, junto con el incremento de operaciones de ultramar, fueron decisivos ya que aportaron mercado a los cítricos.

Pero mientras tanto vivíamos un descenso de heladas y un pequeño incremento de las temperaturas mínimas en ciertas zonas. Zonas algunas de ellas que, aun contando con agua para riego, los agricultores no se atrevían a plantar cítricos por miedo al frio. Como siempre suceden con los cambios lentos pero progresivos, estos son difíciles de conservar en la retina, pero desde la perspectiva de los años hoy podemos observar y resaltar.

Observaremos dos casos en dos zonas diferentes:

1.- Lliria y el campo del Turia, por la carretera de Ademuz

En la imagen vemos marcada la zona de cítricos de los años 60. En ella se observa que solo en la zona de Edeta, había cítricos al Oeste de la carretera de Olocau y Marines. Aunque dichos cítricos sufrieron la helada de 1963, que obligó a arrancar la mayoría de ellos y volverlos a plantar desde cero. Hoy todos saben que la superficie de cítricos en el término de Lliria es mucho mayor, tocando las paredes de Casinos y llenando los términos de Pedralba, Bugarra y Chulilla, en zonas que nadie pensaba en plantar cítricos hace 50 años por miedo a las heladas.

Los cítricos estaban en los años 60 en la zona de los 150 m sobre el nivel del mar, con la excepción de Edeta que llegaba a los 214 m. Hoy dentro el término municipal de Lliria los encuentras a 350 m, asi como en el llano que va de Bugarra a Vanacloig, alcanzan los 400m sobre el nivel del mar.

 

2.- La Costera a lo largo de la nacional 340, hoy Autovía A35 (primera imagen)
Como vemos en el mapa, alrededor de los años 70, los cítricos llegaban hasta la altura de Montesa. En esta zona, el agua no ha sido normalmente un problema. A lo largo de estas últimas décadas hemos ido observando como la raya que marcaba el límite de los campos de cítricos avanzaba cada año un poco. Podemos resaltar que el avance ha sido de 11 km a lo largo de la vieja N-340, y que los cítricos han subido desde los 223 m sobre el nivel del mar que había cerca de Montesa hasta los 353 m que hay antes de llegar a Moixent.

Es evidente que el factor agua para regadío y mercado al que abastecer son tan importantes como los factores climáticos; y sin la conjunción de los tres no es imaginable un desarrollo armónico de cualquier producción agrícola.

Pero, creo que podemos afirmar que en España se dieron los tres factores y que los productores y comercializadores supieron aprovecharlos. Todo ello con los altibajos de las diferentes campañas.

Si bien, podemos por otra parte resaltar que la ventaja que han aportado algunas de estas zonas incorporadas al potencial citrícola, ha sido el hecho que al ser antiguas zonas de secano o de cultivos menos intensivos, han aportado parcelas en las que se han podido ubicar unidades productivas mucho más grandes que en las viejas zonas de cítricos, aquejadas por uno de los males endémicos provocado por nuestro sistema de transmisión patrimonial a los hijos, el minifundio. De ahí, que es mucho más fácil encontrar explotaciones de más de 10 hectáreas (120 hanegadas valencianas) en estas nuevas zonas.

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