ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La batería de Fernando VII custodia simbólicamente a Gibara. Foto: Del autor

GIBARA, Holguín.–A dos siglos se extiende el noviazgo entre el mar y Gibara, lugar de cosas únicas, primicias y otras singularidades que el destino, según su gente, labró mucho antes del 16 de enero de 1817, fecha en la que se puso la primera piedra de la Batería de Fernando VII, a partir de la cual creció el asentamiento.  

Es la villa profetizada por Colón, asegura Enrique Doimeadiós Cuenca, historiador de la ciudad. Dice que en octubre de 1492, mientras el Gran Almirante contemplaba la bahía de Gibara, donde estaban atracadas sus naves, escogió el lugar exacto para levantar el mencionado enclave militar. Lo identificó como «cabo de peña altillo», que entraba en el mar y dominaba la rada.

Así comenzó la sucesión de acontecimientos primigenios. De acuerdo con el diario del genovés, en esa misma bahía se produjo el primer encuentro amistoso entre los europeos y los aborígenes cubanos.

En esas aguas permaneció hasta el 11 de noviembre. Por eso se convirtió en el lugar de más larga estancia en Cuba durante aquel viaje. Aquí carenó una nave, razón por la que resultó la primera  reparación de un barco del viejo continente en esta porción de América. También tuvo las noticias iniciales sobre el uso que los nativos daban al tabaco.

Transcurrió el tiempo y Gibara se transformó en un próspero centro comercial. Porque era cierto, sus habitantes empezaron a presumir de su capacidad para vivir sin dependencia de la jurisdicción de Holguín. Hasta su puerto, cargados de finas mercancías llegaban barcos de varios confines del universo y partían con productos locales, entre ellos tabaco.

Solo la aparición de buques de gran calado, a los que les era imposible atracar en el puerto de poca profundidad, anularon aquella dicha, contra la que también conspiró la construcción del ferrocarril nacional años después.

Durante la Guerra de Independencia contra la metrópolis española Gibara se transformó en la segunda ciudad amurallada de Cuba. Los ingenieros del ejército colonial construyeron un cinturón de mampuesto de poco más de dos kilómetros de longitud que la protegía por tierra. Llegó a tener siete fortines que se complementaron con otras obras defensivas construidas a lo largo del camino a Holguín.

Quiso la suerte que en sus cercanías, en Auras, hoy Floro Pérez, tuvieran lugar los últimos combates de la guerra iniciada en 1895. Sucedieron el 16 y 17 de agosto de 1898. Los españoles trataron de abrirse paso hasta Gibara, ocupada por las fuerzas del General Calixto García. Fue entonces la primera vez que el destacado jefe mambí empleó el teléfono para asegurar el mando ininterrumpido de sus tropas.

Y si de sucesos bélicos se trata, Gibara es la única ciudad de Cuba atacada simultáneamente por mar, aire y tierra.

Ocurrió en 1931, cuando el tirano Gerardo Machado envió tropas para combatir el levantamiento que allí se produjo tras el arribo de una expedición comandada por Emilio Laurent, a quien se le unieron centenares de locales.

Años después Fulgencio Batista sintió la misma cólera popular generada por las injusticias. Tres gibareños, los hermanos Ferrás Pellicer, fueron parte de los heroicos asaltantes del cuartel Moncada, en julio de 1953. Mujeres gibareñas confeccionaron los brazaletes del Movimiento 26 de Julio ceñidos a los uniformes de los protagonistas del alzamiento armado de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956.

Gibara y su gente se precian de tener la hilandería Inejiro Asanuma, una de las primeras obras de ese tipo construidas en Cuba tras el triunfo de la Revolución, y promovida e inaugurada por el Che. También sienten orgullo por contar en sus cercanías con dos modernos parques eólicos que tributan al sistema electroenergético nacional. Además, son sede permanente del Festival Internacional del Cine Pobre, que suma 12 ediciones.

Ahora apuestan por transformarse en enclave turístico. Se lo permiten su riqueza patrimonial y su potencial general que incluye el sector agrícola del municipio de igual nombre. Hoy dispone de instalaciones estatales de lujo, entre ellas los hoteles Ordoño y Arsenita. Tiene a mano una amplia red de hostales y restaurantes particulares. Posee valiosos museos.

En el de Arte se conservan una colección de documentos de las Cortes Españolas y una pluma empleada para firmar la Constitución de 1940.

Los gibareños insisten en que esos sitios y cosas, solo es posible encontrarlos en esta villa asentada a la vera del Atlántico. Esa amalgama de exclusividades y símbolos la hace más cubana.

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Luis Lima dijo:

1

16 de enero de 2017

06:23:55


Tantas fotos hermosas de Gibara que deben haber y ponen este pedazo de cañón y que de Fernando VII. Por favor!

Agustín dijo:

2

16 de enero de 2017

08:40:05


Felicidades a Gibara y sus gibareños, a los Hilanderos nave proa de nuestro territorio. Viva Gibara, la Villa Blanca de los Cangrejos, la soberana de nuestros ensueños...........!!! Los ausentes te saludan.

Miguel Angel dijo:

3

16 de enero de 2017

10:39:03


Lindo trabajo del periodista Germán Veloz Placencia, es un verdadero placer leer la apretada descripción de este bello rincón de Cuba, invita a visitarlo nuevamente, con su riqueza histórica y cultural, sus bellezas naturales, su excelente gente. Felicitaciones en su bicentenario!!!

pbruzon dijo:

4

17 de enero de 2017

09:24:48


a gibara la llevo en el Corazon,gente alegre,sincera,la guagua de la musica y la" super abuela"estoy seguro que los gibarenos saben aque me refiero,en gibara conoci la felicidad,tambien recuerdo el momento mas triste de mi vida cuando las luces de la ciudad desaparecieron tragadas por la curvatura de la tierra ,en una noche oscura,gracias Gibara

pedro Respondió:


18 de enero de 2017

10:30:36

tu lo decidistes ex gibacoense

pbruzon Respondió:


19 de enero de 2017

09:22:44

si yo lo decidi y no me arrepiento,solo trataba de encontrar una relacion entre gibara y mi vida, el punto alto y bajo que todos tenemos