Ultra Running: Crónica de la Barcelona – Málaga 2016. 1.100km a la carrera. Crónica personal Francisco Contreras Muñoz.

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Los corredores populares son, desde que nacimos en 2007, una prioridad en Carrerasdemontana.com. Os hemos traído crónicas populares en carrera, guías para sacar el mayor provecho en pruebas míticas y tambien crónicas personales de bonitos retos: De la ruta Dos Faros canaria a la Iditarod trail de Alaska, pasando por la Goldsteig ultra alemana sobre 700km

Hoy compartimos la crónica de los 1.100km Barcelona – Málaga completados en Marzo del 2016 por un grupo de  ultreros populares muy veteranos, con quienes hemos compartido antes muchos kilómetros en carrera, del Ultra Trail Mont Blanc al Ultra Canfranc Canfranc y más. Así nos lo cuenta Paco Contreras. 

Este era el plan: Francisco Berbén nos contaba su estrategia aquí antes de arrancar. 

Meta en Málaga. Sí que se podía :)

Meta en Málaga. Sí que se podía 🙂

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CRÓNICAS DESDE LA CARAVANA

Por Francisco Contreras Muñoz. 

DÍA PREVIO: EL VIAJE
El viernes, 18 de marzo, partíamos desde Málaga. Por tierra conduciendo de manera alternada, Fran Berbén, Manuel Tenllado y yo. Por aire Mark, en vuelo directo hacia Barcelona siendo el lugar de encuentro convenido el propio aeropuerto al que llegamos empujados por la incipiente venida de la noche. Recibimos una visita inesperada pero muy grata, Laura, la hija de Mark que cursa estudios universitarios en la ciudad condal y que pasaría la noche en la caravana esperando su vuelo al día siguiente.
El viaje hasta aquí ha sido duro, cada tres horas nos turnábamos en la conducción, para llegar antes recurrimos a las autopistas, algo prohibitivo pero necesario si queríamos estar a tiempo para recoger a Mark. La cena muy frugal, escondía el lógico nerviosismo del que sabe que a la mañana siguiente empezará a correr más de 1000 kilómetros.
Durante el trayecto, una llamada oportuna de Fran B, a un amigo de Barcelona nos solucionaría uno de los mayores quebraderos de cabeza, que era salir todos juntos corriendo desde la Plaza de Catalunya, el lugar convenido para iniciar este reto.

Ultrarunning Barcelona Malaga 1.100km

¿Pero, cómo habíamos llegado hasta allí? Hasta donde me alcanza la memoria, Mark me había comentado en alguna que otra edición de la Carretera de la Muerte la idea de unir Barcelona con Málaga a pie. Pero son cosas que se dicen motivados por la euforia puntual del momento, sin más intención, pero la semilla había sido depositada, ahora quedaba que germinase a su debido tiempo.
Un entrenamiento por los Montes de Málaga, fue el detonante. Mark, F Berbén y Nico K, pusieron sobre la mesa —cuenta la leyenda que debieron despejarla de cervezas— las bases del proyecto. Tan sólo un grupo reducido de amigos sabían de sus intenciones, el cual se amplió cuando se hizo público en una charla sobre carreras a la que asistimos a finales del año pasado.
Conscientes de la repercusión que tendría el evento, se decidió que sirviera para difundir una labor humanitaria, en concreto se colaboraría con proemaid.org, especialistas en rescate marítimo que operaban en aguas de la isla griega de Lesbos y a dónde habían acudido como voluntarios varios amigos bomberos comunes. Las vivencias que éstos nos trasladaban eran horrorosas
— Te encuentras el mar cubierto de cabezas, sobre ellas manos agitándose buscando auxilio, otras sosteniendo sus bebes para que no se hundan, la embarcaciones de salvamentos son pequeñas, de poca capacidad, y tienes que decidir en décimas de segundos, quién sube y quién se queda, sin saber si estarán allí en el próximo viaje.
Con este pensamiento en nuestras cabezas, dispuestos a poner nuestro granito de arena, nos fuimos a la cama sabiendo que a la mañana siguiente y durante quince días nuestro objetivo principal sería calzarnos las zapatillas y correr por los refugiados.

 

DÍA 1
Nos despertamos con los acordes de Led Zeppelin en Black Dog , «Hey hey mama said the way you move,…», la sintonía matinal para los días siguientes. Lo primero fue despedir a Laura, luego dejar la caravana veinte kilómetros lo más cercano a la ruta de salida y luego esperar a «Yak de les Muntanyes», el mencionado amigo que nos haría el inmenso favor de dejarnos los cuatro en el lugar elegido.

Tras las oportunas fotos de rigor y recoger las muestras de apoyo de Yak, encaminamos nuestros pasos en dirección a Málaga, el día se presentaba inestable como así se presagiaba en el horizonte, pintado de nubes negras y amenazantes. Todos esperábamos que no fuese más que eso, pero a poco de llegar a la caravana empezó a llover, pero ya estábamos a salvo.

Salida Plaza de Cataluña, Barcelona.

Salida Plaza de Cataluña, Barcelona.

A partir de aquí nos turnaríamos para conducir y correr a razón de 80 kilómetros diarios, era lo más práctico y eficiente, sin duda nos hubiera gustado contar con una persona que cumpliera con esa función, pero a cambio habíamos ganado espacio y comodidad en la caravana .
Sin duda alguna el tramo más espectacular por bello pero peligroso, sobre todo para los corredores, fue el camino hacia Garraf. Una carretera sinuosa, a pie de acantilado, muy estrecha, donde a veces los conductores de los vehículos teníamos que negociar el paso, y otras son los propios salientes de los riscos que vuelcan hacia el mar los encargados de llevar el peligro, sobre todo a los espejos de los más confiados.

La otra parte estuvo guiada por Carlos Aguilar, un nuevo amigo, al menos para mí que durante la tarde fue nuestro guía y que cuidó desde su bicicleta para que llegásemos a nuestro destino del día, a la postre la estación de tren de Sitges en cuyos aparcamientos buscamos un hueco para pasar la noche. Nos despedimos de Carlos que debe volver unos cuantos kilómetros atrás, con la noche casi encima. Nos hemos quedado a 12 de lo previsto, pero las excepcionales circunstancias de hoy hacen aconsejable levantar el campamento y confiar que en los días venideros iremos recuperando esa distancia.

Como era el primer día, decidimos dar una vuelta por el pueblo y buscar allí la cena, tras la cual estábamos de nuevo en la caravana, descansando ya de cara a la siguiente etapa. De inmediato caíamos en un profundo sueño, al cansancio físico se había unido el lógico desgaste emocional del primer día, y de la tensión de saber que aún había que controlar bastantes aspectos de la carrera y de la propia caravana.
¿Pero quién ha puesto la música? — refunfuñaba Mark adormilado, mientras F. Berbén en calzoncillos parecía estar en el puesto de conducción, mientras decía no sé qué acerca de la juventud.
Estamos en pleno botellón, a ver quién es el guapo que sale y les dice a éstos que guarden silencio — mascullaba con el rostro adormilado al mismo tiempo que liberaba la palanca del freno de mano del vehículo y nos conducía a una explanada cercana donde, ahora sí, pudimos dormir un poco.

DÍA 2
Con vistas a aprovechar más la luz solar, decimos madrugar una hora más. Los turnos de conducción estaban decididos. Mark se encargaría hoy de ser el asistente, tras el desayuno y la foto inicial nos pusimos en marcha bastante animados, los kilómetros aún no habían hecho efectos ni en los pies ni en la moral. Nos sabíamos lejos del principal núcleo de población —Barcelona— y a priori la navegación debería ser más fácil.

Enseguida dimos con el primer obstáculo a salvar, las lluvias del día anterior, y un poco más durante la noche, había sido suficiente para detener nuestro paso delante de la rambla en la que nos encontrábamos, nos descalzamos y con el agua por debajo de las rodillas vadeamos la inoportuna corriente hasta superarla.

A unos 20 kilómetros de Tarragona, surge ante nuestros ojos el Arco de Bará, situado en la propia vía Augusta, testigo del paso del tiempo y del nuestro propio. Este tipo de encuentros con monumentos, lugares y aspectos históricos del viaje quizás sean uno de los aspectos más gratificantes de lo que iríamos encontrando por el camino. Esta maravilla arquitectónica del siglo II dC reclama un poco nuestra atención, quiere contarnos algo, de por qué fue erigido, de los miles de millones de pasos que viajeros de todas las épocas han levantado el polvo bajo su vano escrutando con con su mirada curiosa la línea de cornisa, y sigue allí paciente, esperando otros, parece decirnos que las prisas sin el debido descanso son malas consejeras, …

ArcoRomano Bara
Avanzábamos con seguridad, alguna que otra discusión nimia por cuestiones de navegación surgieron, coger esta calle o continuar por la 340, enviar nuestra ubicación a la caravana o continuar nosotros, nada que no se pudiese resolver sobre la marcha y que no equilibrase la frase «las gallinas que entran por las gallinas que salen», auxilio para resolver muchas de las cuestiones sin importancia que saldrían entre nosotros.

Hemos acordado que a medida que pasa el día las asistencias serán más cercanas. No sé por qué pero tengo la sensación de que vamos demasiado rápidos, me digo que es la falta de adaptación y como puedo sigo el paso de Manuel y Francisco que parecen estar más frescos que una rosa, al menos de piernas, porque en el caso de Francisco es el segundo día que corre con una contractura de hombro que le impide girar el cuello con naturalidad y a la larga hasta comer.

Cae la tarde y debemos sacar el frontal para los kilómetros finales. Cumplido el objetivo de los 80km de hoy,  aparcamos en un área de descanso, muy próxima a la torre de captación de agua de la central nuclear de Vandellós II, ¡vaya puntería!

DÍA 3
Madrugamos con más ganas si cabe para salir de allí lo antes posible, de poner kilómetros entre nosotros y la central, quizás estemos forzando la máquina al no echar pie ni siquiera en las pendientes. Las molestias musculares empiezan a dar avisos, pero confiamos en que no pasen a mayores. F. Berbén está pasando por un calvario originado por la citada contractura que no acaba de remitir, lo aconsejable es subir a la caravana y descansar, pero su espíritu de legionario indómito no se lo permite, «no se quejará de fatiga, ni de dolor, …» parece decir a cada paso y continúa sin apenas detenerse en los puntos de asistencia.

En la jornada de hoy y en la siguiente la navegación no ofrece mayores problemas, basta con seguir la 340. A pesar de su considerable arcén el intenso tráfico pesado que circula es un riesgo añadido para nosotros. Contamos convoyes de trailers de entre nueve y doce vehículos, sin apenas espacio entre ellos y nos cuestionamos nuestra presencia allí, tan cerca del peligro.

El paso sobre el río Ebro es una de los momentos más destacados a la vez que un descanso para las piernas y un regalo para la vista ver cómo el caudal aparentemente domesticado se dirige manso hacia el mar cercano. Volvemos a la carretera, a lidiar con el tráfico, siempre ojo avizor, con el ¡cuidado! en los labios.
Al fin aparcamos la caravana en Santa Magdalena de Polpi, agradecidos por estar aún enteros.

 

DIA 4
Las primeras heridas están apareciendo, salvo para Manuel que parece estar tan fresco como el primer día, todos nos preguntamos el motivo y no es otro que viene a esta aventura con los deberes bien hechos. Sus entrenos específicos, más de 130 kilómetros a la semana durante los meses previos están dando sus frutos, los demás nos hemos limitado a tirar de nuestras rentas sin ser del todo conscientes que las pruebas multietapa deben afrontarse con una preparación específica. Pero es que además duerme muy poco, ese tiempo lo suele emplear para dar una vuelta por el pueblo más cercano en busca de la primera cafetería que abre.

Ahora se trata de gestionar lo mejor posible las molestias que nos acosan para que remitan y sobre todo que no se agraven, ¿pero quién se para?, sabemos y contamos con el dolor, sí, pero dónde ponemos el límite de lo soportable e iniciamos el punto de no retorno hacia la segura lesión. Volvemos en silencio a la carretera, sabedores de nuestras debilidades, deseando que el día, el sol que empieza a apretar, sean benévolos.

Aquel de nosotros que entra en el turno de conducción tampoco descansa precisamente, tiene que estar como ángel de la guarda de los que corremos, hacer las tareas de intendencia, compras, cocina, limpieza y mantenimiento del vehículo, sabiendo que debe ir por delante para que los que corren estén abastecidos en todo momento.
Cualquier escusa es buena para hacer un alto y desviar la mente hacia otros aspectos que no sea correr y correr. Mark, abrió un capítulo fotográfico bajo el capítulo de «Cosas de la carretera» aportando al viaje una nota de colorido y sentido del humor.

 

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Concluimos la jornada a unos 60 kilómetros de Valencia, que aún huele a falla, llegamos hasta el punto donde nos espera la caravana sabiendo que mañana será un día bastante complicado. El cansancio generalizado está haciendo mella en nosotros, tras la cena, la habitual tertulia de días anteriores se reduce de manera progresiva y enseguida estamos tumbados en la cama, compitiendo en ver quién se queda antes dormido.

DÍA 5
Hasta Valencia la jornada es relajada. Todos coincidimos que la parte complicada será atravesar el laberinto que conforma la tercera urbe de España. Entre asistencia y asistencia aprovecho para realizar algunas compras, también busco una gasolinera para llenar el depósito de agua que tenemos para la ducha. En la mayoría de las gasolineras en las que me detengo no hay personal que te atienda, sencillamente se ha impuesto el autoservicio, pero además has de pagar por el agua e incluso por el aire en caso de querer inflar los neumáticos. Extrañado pregunto en la siguiente y me aseguran que hace tiempo ese servicio es de pago. Me marcho un poco decepcionado reflexionando en voz baja hasta dónde llegará el ansia capitalista y lo que es peor, nuestra total sumisión ante sus preceptos.

Como era de suponer Valencia es una jungla de asfalto que ha ido absorbiendo los pequeños núcleos poblacionales de la periferia con la voracidad que caracteriza una bestia hambrienta, acordamos que nos veríamos al otro lado. Para no desviarme del track de los corredores indico al gps de la caravana el punto extremo por dónde aquéllos deberían pasar y me dirijo hacia allí. No podía pensar, que el nombre de la calle que he indicado ha sido modificado y ahora estoy bastante alejado del camino. Me olvido de las indicaciones del gps y busco la salida hacia Alicante.

Tras dejar el río Túria a mis espaldas, ya anocheciendo doy con una gasolinera donde logro llenar el depósito de agua, sabiendo que los compañeros me esperan por delante a un kilómetro escaso y que la parte más complicada había sido superada.

DÍA 6
Los días van pasando, de vez en cuando hay un nuevo objeto que aumentan la sección de «cosas de la carretera», hoy veremos bien en rotondas o en parques maquinaria ferrovial y numerosas vías desmanteladas, restos de un naufragio tecnológico que nos recuerda cuándo la vieja máquina de tren se acercaba a estos pueblos del levante mediterráneo en su afán de comunicar y llevar algo de progreso.

TractorAmarillo.

El terreno de hoy se hace más montañoso, se alternan llanos con subidas, algunas de considerable longitud, siempre por asfalto, hasta que llegamos a la Pobla del Duc, donde nos internamos por amplios carriles que nos dejarán anocheciendo en Ráfol de Salem y desde aquí, con la luz de los frontales abriendo camino, en unos tres kilómetros en la propia Salem,
— ¡Dejad algo para mañana! — nos comentan unos vecinos en tono jocoso y es que al día siguiente se celebraba una carrera de montaña con subida al Benicadell frontera natural entre las provincias valenciana y alicantina, nosotros lo dejaríamos a nuestra derecha según el sentido de la marcha y tras alcanzar un collado caeríamos en una bajada hormigonada aunque bastante pendiente hacia la primera población alicantina, Beniarrés donde haríamos noche, tras 14 horas, hasta el momento la etapa más larga.
DÍA 7
Una jornada más seguimos en terreno montañoso. Mark está un poco preocupado por ver la evolución de su pierna, tiene un poco hinchado el tobillo, espera que el día de descanso haya sido suficiente para su recuperación. Todos las preocupaciones desaparecen en cuanto ponemos pie en Alcoy, sencillamente contemplar el aire medieval de esta ciudad hace que los dolores musculares desaparezcan de inmediato. Alcoy, la ciudad de los puentes, es una de las joyas del camino, creo que todos apuntamos el regreso, entre la lista de deberes futuros.

Alcoy

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Paso a paso queda atrás, y nosotros nos dirigimos hacia el primer puerto de montaña del día, que lejos de afrontarlo con la debida calma, subimos trotando sin reparar en las posibles consecuencias.
Por un despiste, la autocaravana había cogido la paralela, y ya estaba lo suficiente lejos como para abastecernos de agua, los tres teníamos los depósitos casi a cero y encima caliente.
— Un momento chicos voy a pedir agua — dice F Berbén, mientras se separa de nosotros y se dirige hacia las instalaciones estatales para el control de los túneles que atraviesan la zona. Obviamente, el funcionario de turno no esperaba que tres tipos desconocidos entrasen en las instalaciones para rogar un poco del preciado líquido. Así que tras explicar el motivo por el que estábamos allí, accedió a nuestra petición, no sin ciertas dosis de incredulidad y escepticismo por su parte cuando explicábamos lo que estábamos haciendo.

De inmediato nos dirigimos al siguiente puerto o de la Carrasqueta, de 1020 metros de altitud, muy próximos a coronarlo fuimos alcanzados por la caravana lo que ya supuso un alivio. A partir de aquí quedaba la bajada por una zigzgueante carretera que hacía las delicias de los motoristas, en cambio los ciclistas avanzaban penosamente, ofreciendo sus rostros desencajados por el sublime esfuerzo que realizaban contra la gravedad, mientras nosotros bajábamos en sentido contrario buscando una manera de atajar las curvas, algo poco práctico debido al desnivel del terreno.

Puerto Carrasqueta.

En alturas inferiores, el propio recorrido trazado por Mark abandonaba el asfalto y nos conducía por un sendero local hacia la vecina Jijona que saludamos desde unos 5 kilómetros sin entrar en ella. Cae la tarde y atravesamos el paseo marítimo de Alicante, aún nos quedan unos cuantos kilómetros para completar la serie de 80, comemos algo, echamos los frontales y sin entretenernos en exceso salimos hacia Santa Pola, a cuyas afueras establecemos el campamento.

DÍA 8
Estamos en el ecuador de la prueba, en todos nosotros los kilómetros están haciendo mella, cada uno lleva por dentro su particular calvario. Sabemos que tendremos que modificar la manera de hacer las etapas si queremos llegar a Secadero el sábado dos de abril. A pesar de los avisos que nuestro cuerpo nos envía, continuamos, la única opción es dar otro paso y otro más engañando el dolor que la tendinitis en algunos de nosotros martillea el cerebro con precisa e insistente saña.
El paisaje ayuda a desviar la atención y hoy resultará que atravesamos las lagunas de la Mata y de Torrevieja, de característicos colores verde y rosa. Sus palmípedos inquilinos permanecen con total indiferencia habituados como están a un constante público que busca saciar la curiosidad en la observación. También iremos dejando atrás enormes montículos de sal que las explotaciones salinas amontonan a ambos lados de la carretera.

Las peores horas, sin duda son las centrales, el sol aprieta, anticipándose al verano. La deshidratación parece ser un problema para Mark, que además debe luchar sin tregua contra la tendinitis de su pierna izquierda. A veces hay que hacer un esfuerzo supremo para tomar el control de la situación, dar voz al sentido común y descansar antes de que el daño sea mayor. Con las imágenes que Mark envía al Dr. Rajat, éste hace una valoración del estado de la pierna y ofrece unos cuantos remedios para paliar el daño, nadie duda de que Mark volverá a la carretera.

Los últimos coletazos de la tarde transcurre por el entorno de San Javier, una de las bases y academia del Ejército del Aire, lo que queda patente en las aeronaves que decoran las glorietas que encontramos. 12 kilómetros después, a las afueras de La Puebla, dábamos buena cuenta de la barbacoa que F Berbén, hoy cocinero y conductor nos preparaba.

San Javier

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DÍA 9
Debido a las lesiones, adaptamos la estrategia a las fechas previstas: La idea es hacer tiradas más largas como equipo, de tal manera que los tramos por corredor disminuyen. Formamos dos equipos, cada uno a razón de 50 kilómetros diarios. Con esa mentalidad salimos dos de nosotros, siendo Cartagena el objetivo inmediato. Lllegar hasta aquí, es comprobar la afición existente a correr, muchos de ellos sin duda estarán preparando la Ruta de Las Fortalezas, a juzgar del atuendo típico con mochilas que lucen en los entrenos de larga distancia.

Por nuestra parte, correr menos distancia es querer terminar antes, apretar el paso, más si coincides con alguno de éstos corredores y con la conversación pierdes de vista que estás aumentando peligrosamente el ritmo, motivo a la larga de más lesiones.

Dejamos Cartagena atrás, delante se despliega, la impresionante línea costera de Mazarrón, sus playas y a lo lejos, destacando de color oscuro, Carboneras, sin duda lo más espectacular del día. Así estamos, contemplando este paisaje cuando llegan primero Manuel, y luego Fran, éste muy castigado, la bajada que tiene que hacer hasta nosotros se le hace infinita, ha perdido casi toda la movilidad en su tobillo derecho, presenta bastante inflamada la articulación y muy a su pesar decide darle descanso antes de que empeore.

Mazarrón

Mazarrón

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Manuel se encuentra en perfectas condiciones, hago el relevo de Fran y continuamos descendiendo en busca del puerto de Mazarrón y de aquí Bolnuevo, los últimos kilómetros por un sendero litoral que no estaba registrado en nuestro plan original, pero mucho más atractivo que la carretera. Salimos a la playa donde nos espera la caravana donde repostaremos para poder continuar. Mark y Fran, que han estudiado con detenimiento el terreno que se avecina nos ponen sobre aviso sobre la dificultad de asistencia para las siguientes horas.

Ellos deberán seguir por la carretera hacia el interior para superar la Sierra de Las Moreras y nosotros nos internaremos por pistas y senderos muy cercanos a la orilla, atravesando ramblas a cuyos márgenes abundan los adelfares y calas solitarias cuyo complicado acceso las aleja de la masificación, lugar inhóspito y árido, brutal en apariencia que sin embargo rezuma vida al amparo de las plantas perfectamente adaptadas a la sequía extrema, saludamos lagartijas y pequeños insectos que vamos encontrando a nuestro paso.

Tras varias horas disfrutando de disfrutando de este entorno semidesértico salimos a la carretera para internarnos por la cañada de los Gallegos hacia el interior. La agricultura intensiva golpea nuestros sentidos y nos hace despertar de esta realidad paralela para situarnos entre enormes estructuras plásticas, quizás los invernaderos de dimensiones más exageradas que hayamos visto hasta entonces. El motivo de este cambio de rumbo se explica por la presencia de los acantilados de Cabo Cope y Puntas de Calnegre, donde se recupera la continuidad del paisaje dejado a nuestras espaldas.

Poco después, atravesamos un poblado, que si no fuera porque consideramos que aún mantenemos la razón diríamos que estamos en el norte del vecino continente, en Marruecos o algún país similar. Suponemos que la mayoría de las personas que encontramos son empleados en los invernaderos de los alrededores, apurando las últimas horas del día encontramos un grupo numeroso de ellos jugando a los bolos, premio a una dura jornada de trabajo. Los dejamos y al mismo tiempo rectificamos nuestros pasos que según el gps demuestra hemos errado.

Nos encontramos de nuevo con la caravana, poco antes de iniciar el ascenso a la Sierra de Pinillas. Una típica carretera de montaña nos deja en puerto del Lomo de Bas, nuestros compañeros que han querido compartir ese momento, para animarnos han dado rienda suelta a Gary Moore y bailan con los acordes de fondo. Desde este punto privilegiado nos deleitamos, los últimos rayos del sol pinta en tonos oscuros, rojizos y grises las lomas, la bahía, las nubes y nuestros propios pasos a medida que descendemos hasta dar con el lugar donde pernoctaremos muy cerca del núcleo Los Alcázar.

Collado Lomo de Bas

Collado Lomo de Bas

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DÍA 10
Mark vuelve a la carretera, además en solitario. Hemos decidido aumentar la suma global, cien kilómetros pero repartirlos entre nosotros, hay que dar tiempo para que las heridas sanen y esta es una buena idea sin perder de vista que el sábado deberemos estar en Secadero, Málaga.

La mayor alegría se produce al entrar en la comunidad andaluza, por San Juan de los Terreros, en cuyas magníficas playas aprovechamos para darnos un baño, eso sí con permiso de las medusas presentes dispuestas a caer sobre los osados bañistas.

Una vez que llegamos a Macenas, ya en el segundo relevo, dejamos de lado la carretera que se dirige hacia Sopalmo y por carriles, otra vez permanecemos cerca del litoral, continuamos hasta que el sendero desaparece en unos acantilados, en realidad el sendero continúa, pero a estas alturas y con las piernas cansadas es mejor salir en dirección norte hacia la citada localidad y retomar el trazado original para llegar a Carboneras, pasando antes por delante del hotel fantasma del Algarrobico, monumento al despropósito urbanístico de toda una época. Sin pretenderlo, aquí haríamos el último avituallamiento.

Nos separamos de la caravana por carriles y viramos hacia el interior lejos del Cabo de Gata y cae la noche, hemos sacado los dos frontales pero debemos conformarnos con uno sólo pues el de Manuel está sin carga. En el lugar que estamos, una amplia planicie de sembrados las luces que avistamos a lo lejos nos parecen nuestros compañeros que nos marcan el camino, en un cruce y a oscuras perdemos un valioso tiempo, el deseo de llegar pronto nos traiciona y volvemos varias veces atrás dudando hasta del propio gps que sin embargo nos mantiene en el rumbo correcto.

Mark y Fran hacen continúas llamadas solicitando nuestra ubicación, intentamos tranquilizarlos, más que nada porque los carriles no son adecuados para la circulación de ese tipo de vehículos y sabemos que vendrán queramos o no a nuestro rescate. Al fin damos con la carretera a menos de cuatro kilómetros de Campohermoso muy por delante de dónde nos esperaban.

DÍA 11
En vista de lo tarde que hemos terminado el día anterior, decidimos que ambos equipos correrían por la mañana. El primero donde nos encontrábamos Manuel y yo saldríamos desde Campohermoso, el segundo se adelantaría hasta Aguadulce y ahí dejarían la caravana que nosotros recogeríamos para alcanzarlos a ellos, otros tantos kilómetros más adelante.
Todos nos levantamos con otro ánimo sabiendo que estábamos muy cerca de Almería, a partir de ahí conocíamos el recorrido y se acabaron los problemas de navegación. Además, en el caso del primer equipo, entrar a la ciudad desde el este por el desierto almeriense era en sí mismo un aliciente.
Delante del aeropuerto, alguien nos para y pregunta que si somos los que vienen desde Barcelona corriendo. Nos da precisas instrucciones para virar hacia la zona universitaria y por aquí al paseo marítimo donde nos espera Francisco, un amigo que nos recibe con los brazos abiertos. De la mano de Francisco atravesamos la ciudad almeriense, parando antes en el centro, junto al puerto en un establecimiento bastante concurrido, La Hormiguita, donde damos debida cuenta de unas cuantas cervezas y los platos que la acompañan.

Francisco es un abanderado en la lucha contra la distrofia muscular de Duchenne, y nos relata cómo trabajan en la asociación a la que pertenece para captar fondos y en las carreras donde participa para llevar la voz de la misma. Los tres llegamos hasta Aguadulce, junto a la caravana, su familia nos espera para recibirnos entre aplausos. Muy agradecidos nos despedimos de ellos, arrancamos la caravana y salimos rápidamente en busca de Mark y Fran que nos esperan en Adra.

Francisco Almeria Duchenne

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DÍA 12
La estrategia del día anterior resultó más eficaz, y hoy vamos a repetirla pero invirtiendo el orden. En el primer tramo desde Adra a Motril correrán Mark y Fran, y desde Motril a El Morche, Manuel y yo.
La mañana es muy entretenida, enseguida hemos vencido la recta que separa Motril de Salobreña, a partir de aquí los sucesivos vaivenes de la 340 para vencer el desnivel de los acantilados de Cerro Gordo y Maro hasta Nerja nos obliga a caminar y correr, pero en ambos casos a un ritmo alegre y constante. Los escasos 14 kilómetros que tenemos hasta El Morche resultan bastante relajados, intuimos que esta aventura está finalizando.

En el Morche, recibimos la grata visita de Elena, esposa de Mark, nos trae unos típicos pasteles ingleses con los que elabora una receta a base de mascarpone y mermelada, que por supuesto devoramos sin contemplaciones. Repuestos de la jornada, el siguiente dilema era resolver cómo llegar todos juntos a Alhaurín de la Torre. Echamos mano al teléfono buscando entre los amigos aquél que estuviese dispuesto a conducir la caravana mientras nosotros corríamos. Fran Viegas, «Deportista Comprometido» se ofrece para la tarea y además se uniría a pie Juan Andrés «El Corredor Errante», ahora sí sentimos que estamos en casa.

DÍA 13
Hemos desayunado y tal como hablamos aparecen Fran Viegas y Juan Andrés, echamos pie a la carretera y nos disponemos a cubrir los 60 kilómetros que nos separa de Alhaurín de la Torre, fin de la etapa de la jornada. El trote es constante, y no decae a pesar de algún que otro dolor muscular que se empeña en aguarnos la fiesta. Muy pronto estamos acompañados de otros corredores que se turnan y no nos dejan sólo en ningún momento, entre ellos Nico K, padre de esta idea y que en bicicleta aparece en sentido contrario para hacer la vuelta corriendo con nosotros hasta Málaga.

Al calor de los aplausos de los amigos que nos esperan en el Parque de España, entramos en Alhaurín de la Torre. Mark y Fran pasan la noche con sus respectivas familias, Manuel, Juan Andrés y yo en la caravana, antes cenamos con varios amigos y repasamos con ellos los momentos más interesantes de los días pasados, un poco más relajados pro saber que el sábado estaremos en Secadero nos vamos a dormir un poco más tarde de lo que venía siendo habitual.

DÍA 14
La idea original era hacer una última etapa de 100 kilómetros hasta Secadero, pero era poco práctico porque eso supondría llegar a altas horas de la tarde y sin fuerzas para celebrar nada, así que decidimos partirla en dos, la primera de ella hasta Estepona, desde donde sólo quedan 25 kilómetros hasta Secadero.

Corremos con el ánimo encendido sabiendo que estamos muy cerca del final, los amigos que nos acompañan en algún que otro momento hacen que acentuemos el ritmo. Hoy nos toca salir con la caravana que dejaremos en el cruce de Juanar, paramos a desayunar en Alhaurín el Grande pero Juan Andrés que aún sigue con nosotros se despide de nosotros y empieza a correr, él se desviará hacia Fuengirola donde le espera su familia.
Tras el desayuno y habiendo realizado las habituales tareas de mantenimiento de la caravana la aparcamos en el punto acordado, detrás de nosotros han salido Mark y Fran B., acompañados por un amigo Juan, que luego tienen que acercar a la vecina Coín.

Panorámica de Ojen, cerca de Marbella

Panorámica de Ojen, cerca de Marbella

 

Por nuestra parte enseguida estamos en Marbella, y tras reponer fuerzas en el primer bar que encontramos seguimos nuestra marcha con renovadas energías y los continuos ánimos de Anka que nos acompaña en su auto durante un par de horas. Cruzamos Marbella por puerto Banús, a esa hora algo concurrido, y seguimos hacia San Pedro de Alcántara donde nos despedimos de Anka y poco después en Cancelada nos espera Pedro para acompañarnos hasta la entrada de Estepona, donde otros amigos nos reciben.

Para Mark es una tarde especial porque supone el reencuentro con viejos colegas hoy convertidos en fieles seguidores. De la mano de éstos nos vamos a cenar, antes tendremos tiempo de asistir a un encuentro improvisado a favor de los refugiados y explicar a los asistentes el motivo de nuestra presencia allí.

DÍA 15
Hoy es un día de celebración, en realidad todos los días lo han sido, por el mero hecho de poder hacer aquello que nos gusta, correr y con—vivir. Al igual que las jornadas precedentes corremos acompañados. Desde el mismo momento que ponemos un pie fuera de la caravana el número de los que se suman a esta celebración no hace sino aumentar.

EncuentroKroketas.

A falta de unos doce kilómetros nos esperan «los Kroketas» amigos del Campo de Gibraltar, a cuyo rebufo y jocosos comentarios nos ponemos casi sin darnos cuenta en Secadero.

El arco de meta ya se divisa y Manuel, vecino de esta localidad visiblemente emocionado, saca la bandera bordada a mano que ha paseado durante 1168 kilómetros, a la que nos agarramos los cuatro y así entramos, abriéndonos paso entre la algarabía de los aplausos, los abrazos de familiares y las felicitaciones de los amigos que pacientemente esperan nuestra llegada.

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EPÍLOGO: EL DÍA DESPUÉS
Tarde de Salvajes. Han sido 15 días fuera de casa, la mente está como ausente tratando de retomar el ritmo cotidiano, en la jornada de hoy Manuel, incombustible, se calzará de nuevo las zapatillas para una carrera en Estepona, Fran B subirá a Yunquera con su familia para vivir la Pinsapo Trail desde la barrera disfrutando de la sierra y de los amigos que encontrará, Mark con su esposa vivirá también una jornada relajada,
…..
— ¿Te vienes a la Sierra de Cártama? — me llama mi hermano Salvador, —vamos a subir esta tarde con los niños.
Por supuesto que voy, no podría resistirme. Se trata de un paseo buscando una de las dos banderas que ondean en los riscos cartameños. Con el coche subimos todo lo que podemos, por la zona de Trascastillo hacia las Viñas. Aunque es muy pendiente, arriba se abandona el desnivel y el sendero transcurre cómodo entre pequeños arbustos típicos del monte mediterráneo, palmitos, acebuches, y coscojas sobre todo. Tengo una idea aproximada sobre dónde encontrar la bandera, en un recodo del camino convengo con los demás subir en solitario y comprobar mis sospechas. Hugo y Max, mis sobrinos de 7 y 5 años respectivamente quieren seguir a su tito pero sus padres interceden para que no lo hagan.

Remonto la pequeña loma y me acerco a la cara cortada desde donde diviso un poco más abajo la bandera. Salgo de nuevo al camino y aviso con la señal convenida de que se acerquen. Me quito la camiseta y la agito, ellos, mis sobrinos hacen igual en señal de que me han visto. Reunidos de nuevo, nos acercamos todos hacia la bandera, desde la que se contempla Cártama a avista de pájaro con su casi extinto castillo en primer término y una amplia panorámica de la vega del Guadalhorce.

Hugo y Max, desoyen las indicaciones de sus padres para que se vistan, el ramaje de la vegetación entre la que se ocultan jugando a ser salvajes podría arañarlos.
Seguimos caminando por el sendero en dirección al sol que se pone, los tres descamisados apurando los últimos rayos sobre la piel. Hugo se ha apartado del camino mientras Max observa curioso a su hermano.

Si me froto con estas plantas de romero los animales me confundirán y podría atrapar alguno. Tito, mira cómo huelo!
— Tengo otra idea, podemos pintarnos — contesto para seguir el juego
Enseguida mamá Sabine, ha sacado de la mochila un botellín de agua y ha vertido parte sobre el suelo para hacer barro con el que nos embadurnamos. Alcanzamos a tita Antonia y a papá Salvi que ya estaban preocupados por la tardanza del grupo. Sentados en sendas piedras vemos cómo se va ocultando el sol acompañado de una sensible caída de temperaturas.

Toca regresar a los coches, Hugo y Max salen disparados corriendo y me obligan a perseguirlos, como hemos dejado al resto bastante atrás para esperarlos decidimos escondernos detrás de una mata de palmito y de esa manera sin que se percaten ahora somos los que estamos a sus espaldas.
— Tito, nos iremos a casa corriendo —, dice Max bajando la voz para no ser oído. En cambio Hugo tiene otra idea.
— Podríamos buscar una cueva para dormir esta noche.
—Es buena idea, pero Papi y Mami se pondrán tristes si no estáis con ellos en casa — trato de convencerlos y sigo dando motivos para volver
Además, tenemos que lavarnos y quitarnos estas pinturas de barro para no ensuciar la cama.
Y aquí, Max me coge de la mano y me susurra al oído:
— ¡No Tito, Hugo y yo queremos seguir siendo salvajes!

Y vosotros, amigos, ¿queréis seguir siendo salvajes?

 

Ultrarunning: Barcelona - Málaga. 1.100km

Ultrarunning: Barcelona – Málaga. 1.100km

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Dedicado a Mark Woolley, Francisco Berbén y Manuel Tenllado, compañeros de aventura y a todas aquellas personas que de una u otra forma nos han apoyado. Muchas gracias en nombre de mis compañeros.

Facebook oficial de la aventura, aqui. 

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GALERÍA DE FOTOS. 

Aquí podeis ver algunos chispazos más de esta gran aventura, de Barcelona a Málaga sin parar de correr.  Clica sobre la imagen que quieras para ampliarla.

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Info redactada por Mayayo Oxígeno para Carrerasdemontana.com