Lo invisible se hace presente en el arte de la iraní Afarin Sajedi

  • La artista, nacida en 1979 en Shiraz, presenta 'Ilusión', un conjunto de retratos en acrílico donde el surrealismo cotidiano remite a la obra de Rene Magritte.
  • Rostros realistas entrelazados con objetos impensados, con tocados de cabello con peces, facciones en las falta la boca, colas de sirena...
  • Dice que las 'fuerzas primarias del ideario femenino' son los sueños y la paz.
Cuadro de Afarin Sajedi
Cuadro de Afarin Sajedi
Courtesy Dorothy Circus Gallery © Afarin Sajedi
Cuadro de Afarin Sajedi

El enigmático pintor belga René Magritte, autor del cuadro El hijo del hombre —la figura de traje y bombín con las facciones ocultas por una manzana, reacio a concedernos la visión de la cara—, opinaba que el arte debería interesarse por el conflicto "entre lo visible que está oculto y lo visible que está presente". Es posible que la artista iraní Afarin Sajedi esté de acuerdo con la premisa.

Nacida en 1979 en Shiraz, ciudad que llegó a ser capital de la antigua Persia y es llamada patria de la poesía, el vino, las rosas y las luciérnagas, Sajedi busca penetrar en la apariencia para encontrar lo que hay de fantaseo en lo real y viceversa —lo que sucede cuando lo tangible penetra las capas del ensueño. Sus cuadros, casi siempre retratos de muchachas aturdidas, descansan en los pliegues siempre fértiles del surrealismo.

Incertidumbre

Ilussion (Ilusión), la nueva colección de obras que Sajedi presenta en Roma —galería Dorothy Circus, hasta el 28 de mayo—, es un viaje hacia las "fuerzas primarias del ideario femenino", que la pintora considera que se resumen en dos: los sueños y la paz. Los personajes a los que pinta la autora, navegan por los dos conceptos, pero con un sentido de incertidumbre.

Las mujeres de Sajedi, siempre muy jóvenes, pubescentes, con acné y aire de tránsito hacia la incomodidad de la edad adulta, cierran los ojos y se dejan invadir por una cápsula de pintura blanca que se derrite sobre ellas, están maquilladas como payasas con un barquito de papiroflexia como tocado, posan de perfil para mostrar el pescado que surca en paralelo sus facciones sujeto a un arnés de papel, abrazan con tristeza la cabeca taxidermizada de un cérvido, se desnudan en un sugerente striptease para que descubramos que tienen piernas de sirena con ligueros...

Penetrar y golpear la mirada

Las figuras femeninas formulan "un discurso silencioso de sugerencias y emociones" que busca "penetrar y golpear la mirada", dicen desde la galería. Pese a que las heroínas están en apariencia "sumergidas en un profundo mar de la tranquilidad", las mujeres de Sajedi quieren "escrutar el alma humana" en una encuesta sobre el enigma, lo suspendido, lo sin definir, lo situado en los límites entre la realidad y el sueño.

Con accesorios que recuerdan a elementos de novelas ciencia ficción —extraños espejuelos, ropas indefinidas...—, el vocabulario de la pintora es, sobre todo, simbólico y surreal. La presencia repetida de pescados, por ejemplo, es una alegoría de la vida emocional y los párpados cerrados señalan el aislamiento y las privaciones de quien prefiere vivir su propia soledad y opta por la "visión interior".

Magritte sostenía que era inútil buscar sentido a su obra hermética: "Mi pintura es de imágenes visibles que no ocultan nada, que evocan misterio, pero el misterio no significa nada, es imposible conocerlo". La iraní Afarin Sajedi, una vez más, secundaría la afirmación.

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