Nos dejamos engañar por las etiquetas: la comercialización de algunos productos como saludables nos seduce con facilidad y rara vez contrastamos la información. Según la Alianza por el Control del Azúcar, responsable de la campaña 25 Gramos, en España cuadruplicamos el límite recomendado por la OMS de tomar 25 gramos al día: en total, 111,2 gramos de azúcar diario que nos colocan como uno de los países más consumidores del mundo.
La gran mayoría de nuestro consumo de glucosa es indirecto y está oculto: el azúcar que tomamos conscientemente, como la cucharadita que añadimos al café o al té, apenas supone nada comparado a los azúcares que pasan desapercibidos y que nos impiden controlar y aligerar las dosis. Para empezar a detectar algunos, te presentamos una serie de alimentos cuyo contenido en azúcar para una sola porción -casi exclusivamente añadido- te sorprenderá.
- Cereales (entre 8 y 18 gramos de azúcar): algunas marcas como Fruit Loops son conocidas por su exceso de azúcar, pero otras de mayor prestigio, como Raisin Bran (18 gramos) o Special K (9 gramos), tampoco se libran de contener cantidades elevadas.
- Yogures de sabores (entre 9 y 24 gramos de azúcar): son mucho más dañinos que los yogures naturales, puesto que el sabor está lleno de azúcar artificial. La solución más práctica sería condimentar un yogur natural con fruta fresca o un poco de miel.
- Zumos de frutas (entre 26 y 29 gramos de azúcar): es mucho mejor comer un trozo de fruta, con el que se consume únicamente fructosa, que un zumo o batido con azúcares añadidos. El azúcar natural es mucho más nutritivo y la fibra de la fruta ofrece una sensación de plenitud mucho más auténtica.
- Barritas energéticas (entre 9 y 23 gramos de azúcar): conviene fijarse bien en el contenido en azúcar de cada marca; en ocasiones las tomamos como sustituto de la chocolatina de la merienda pero, en realidad, no tiene por qué significar una mejora.
- Aderezos para ensalada (entre 5 y 10 gramos de azúcar): el acompañamiento puede ser el peor enemigo de tu ensalada. Sabores como el de la vinagreta de frambuesa o el de la cebolla dulce pueden agregar una porción de azúcar inesperada.
Consumir alimentos que creemos sanos pero que no lo son puede hacernos mucho daño si no nos ponemos límite: un error que se debe más al desconocimiento que a la falta de cuidado. El gran pecado de lo healthy suele estar en la cantidad de azúcar añadido industrialmente en alimentos procesados, la manera más dañina para nuestro cuerpo por su nulo valor nutricional.
