Rosario Vicente (Elche, 1935) vive en Ciudad Real y llegó a la presidencia de la Confederación de Viudas desde la organización de Castilla-La Mancha. Enviudó muy joven, a los doce años de casada, y tiene dos hijos. Mañana asistirá en Murcia a la XXIII Asamblea que celebra la Federación Regional de Viudas, que reunirá a unas 350 mujeres.

¿Cómo afrontó usted el momento de quedarse sola?

El problema es que nadie nos ha preparado, pero cuando te quedas viuda tienes que salir adelante, cada una con sus circunstancias. En mi época a las mujeres se les preparaba para una carrera, para el matrimonio, para criar hijos o para trabajar, pero para ser viuda nadie te prepara. Te cae y aquí está. ¿Cómo sales? Algunas, muy mal, por desgracia.

¿Qué es lo peor de ser viuda?

La soledad. Es tremendo, aunque tengas hijos.

¿Qué objetivos tiene la Confederación que preside?

Es la asociación más antigua de toda España, pero todavía no está reconocida. Somos la primera asociación de mujeres, porque fue creada en 1959, y estamos en todas las autonomías. En 2009 el ministerio de Educación, Política Social y Deporte nos concedió la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad, que no se le ha concedido a ninguna otra asociación de mujeres española. Nos preocupa que todavía haya mujeres que no saben leer. Eso no debe ser así, sobre todo cuando se trata de viudas, que tienen que ocuparse de tantas cosas. Lo que queremos es que las mujeres tengan un poco más de cultura y actividades lúdicas y que se les dote de recursos para que puedan tomar parte activa en la vida.

¿Es posible que aún haya mujeres que no saben leer?

Sí. Tenemos asociadas que no saben leer y no quieren ir a ningún sitio, porque les da vergüenza. Pero hay mujeres dentro de la asociación que ya se han jubilado y que les están dando clase. Creo que ni el Gobierno ni la sociedad están preparados para atender a una viuda. La que está preparada es otra viuda. Yo antes tampoco las entendía, pero la labor social que está haciendo la viuda no tiene precio. El Gobierno no podría pagar la labor que están haciendo con sus padres y con sus hijos. Rara es la viuda que, con su pensión, pequeña, y con sus poquitos ahorros, no está sacando adelante la hipoteca de los hijos para que no le quiten la casa. Hay situaciones muy duras, en las que ellas están encargándose de que sus hijos puedan ir a comer a su casa todos los días. Hay muchos casos de viudas que se han puesto a ayudar a otra persona. Sabemos que la situación es muy mala, pero que te suban 50 céntimos la pensión no resuelve nada. En todos los actos a los que voy se lo digo a los políticos. Hace poco estuve en el Congreso de los Diputados y les dije todo lo que les tenía que decir. Hay mujeres que en su día pusieron el piso para ayudar a su hijo que iba a poner un negocio, y ahora el banco les quita la pensión para cobrarse las deudas y a algunas las están dejando en la calle. Una de las cosas que hay que decirle a las viudas es que no pueden firmar créditos a los hijos, porque la cosa está muy mal y luego se quedan los hijos en la calle y ellas también. Yo les digo: 'Ayudadles, pero no firméis'. El problema es que ellas piensan que tienen que hacerlo.

A pesar de los años que tiene su asociación, son ustedes muy discretas.

Nosotras nunca hemos salido a la calle ni a gritar, pero estamos en los movimientos. Parece que no nos oyen, pero sí nos escuchan. Yo no me puedo ir a hacer una labor social a ningún sitio, la labor social empieza en casa. Criar hijos que vayan derechos, que sean responsables y buena gente ya es una labor impresionante. No es fácil criar sola, porque te tocan situaciones muy duras. Cuando compartes, aunque no estés de acuerdo siempre, es más fácil. Yo no he elegido esta vida, pero llegó.

Ahora las cosas deben ser muy diferentes.

Las cosas están cambiando. En las asociaciones se les dan cursillos y la gran mayoría está aprendiendo Internet. Cuando yo me quedé viuda estuve cinco o seis años de luto, y lo hice con gusto, no porque me gustase, sino porque me parecía que lo debía hacer. No sé si me gustaba, pero me pasé cinco o seis años de luto y luego empecé a ponerme de gris. Ahora a las mujeres que se quedan viudas les advierto de que tienen que mirar adelante, porque hay mucha tarea. En Murcia hay pueblos en los que también ha sido así, pero las mujeres han cambiado muchísimo. Ya no tienen que estar todo el día sentadas esperando a que lleguen los hijos.

¿Qué les va a decir a las viudas de la Región con las que se va a reunir este fin de semana?

Muchas veces me encuentro con mujeres que no se ven participando en asociaciones o saliendo a hacer cosas diferentes, pero yo les pregunto que quién les ha enseñado a llevar su casa y su familia solas. Si han sacado a la familia y a los hijos, haciendo de ellos hombres y mujeres de bien, que valen, no me pueden decir que no saben, cuando tenían que ser maestras. Y a quien se sorprende de lo bien que lo pasan las viudas cuando se juntan le digo: 'Déjalas. Este es su día'. A mí me gusta verlas contentas y que disfruten. Hay que seguir adelante.