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Michelle Knight ha cambiado de nombre y de aspecto desde que volvió a ser libre.
«No guardo rencor»
ESA GENTE

«No guardo rencor»

Michelle Knight, una de las chicas de Cleveland, cuenta en un libro sus once años de secuestro. «Yo puedo perdonarlo»

:: JOSÉ AHUMADA

Viernes, 9 de mayo 2014, 02:14

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Siguió a Ariel Castro a su casa en busca de un cachorrito para su hijo Joey, pero cuando cruzó el umbral lo único que encontró fue un infierno. Así empezó en 2002 el secuestro de Michelle Knight, una de las tres 'chicas de Cleveland' -con Gina DeJesus y Amanda Berry-, que tuvo que aguantar once años de hambre, torturas y violaciones hasta ser liberada. Desde que recuperó su libertad, lo único que intenta es rehacer su vida y pasar página. Primero se cambió el nombre -ahora se llama Lillian Rose Lee-, en un intento de romper con su pasado. Acaba de publicar un libro -'Finding me', 'Encontrándome', en castellano-, en el que da cuenta de su cautiverio, enfrentándose cara a cara al horror para vencerlo.

«No guardo rencor», aseguró en una entrevista en la cadena de televisión NBC refiriéndose a Ariel Castro, el monstruo que las martirizó y que acabó sus días suicidándose en la celda tras ser detenido. «Si hice algo malo, aunque sea algo pequeño, me gustaría que alguien me perdonase. Así que yo puedo perdonarlo por todo el mal que hizo porque ese es el camino de la vida».

Todos los detalles que Michelle da de su encierro resultan escalofriantes. Cuando Castro la raptó, lo primero que hizo fue violarla brutalmente, colgándola de unos cables y colocándole un casco de moto para que no se oyesen sus gritos. Ése fue el comienzo: después vendrían las palizas, el hambre... y los cinco abortos que su captor le provocó a puñetazos.

Para divertirse, dejaba la puerta de la casa entreabierta para que sus víctimas intentaran escapar y así poder cerrársela en sus narices. Pero el 6 de mayo de 2013 calculó mal, y desde la calle se oyeron los gritos de Amanda. Fueron liberadas y Ariel Castro detenido, aunque el sufrimiento no terminó. Michelle no ha podido recuperar a su hijo, dado en adopción en su ausencia, pero mantiene la esperanza de volver a verlo. Sorprende que, a pesar de todo, diga que el sufrimiento le ha enseñado a disfrutar de la vida. «Soy libre de volar».

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