lunes, marzo 15, 2010

REALMENTE DELIRANTE la carta abierta de Willy Toledo (via). Es un nuevo ejemplo de alguien que no entiende lo más básico de la libertad de expresión: no consiste únicamente en poder decir lo que a uno lo viene en gana, sino también en tener que aguantar que otros utilicen esa misma libertad de expresión para mostrar su desacuerdo. Amparándose en la libertad de expresión, en realidad Willy Toledo se escuda en ella para evitar críticas y, encima, pretende limitársela a quienes piensen distinto. Por lo visto él puede decir lo que quiera, pero los demás no porque ofenden las delicadas sensibilidades del Castrito, florecilla él.

Sería injusto decir que este error de concepto sobre qué es y qué no es la libertad de expresión --o si lo queréis, este truco dialéctico consciente-- es exclusivo de Willy Toledo, porque es absolutamente general. Eso sí, su caso es uno de los ejemplos más "de libro" que he visto en los últimos tiempos.