Experiencias

Aizkorri-Aratz. Hayedos calizos en el techo del País Vasco

07/11/2021 Autor: Alfonso Polvorinos
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En las alturas del Parque natural Aizkorri-Aratz crecen magníficos bosques de haya. No solo son hayedos sobre suelos calcáreos, sino que crecen en las montañas más altas del País Vasco. ¿Cómo llegar hasta ellos? Nada mejor que a través de la histórica calzada que cruza el túnel de San Adrián.

 

El haya se desenvuelve como ningún otro árbol en ambientes húmedos. Tiene su hábitat idóneo en las laderas septentrionales montañosas entre los 500-1.400 metros, en zonas donde la humedad en el ambiente forestal es frecuente. Y no me refiero a lluvias -que tampoco le van mal- sino a la bruma. El haya domina como nadie el reino de la niebla, atrapando esa humedad con la disposición de sus ramas y hojas para condensarla y conducirla hasta la base resbalando por su liso tronco. Un buen drenaje edáfico permite a sus raíces superficiales -esta especie no desarrolla una gran raíz vertical pivotante- captar toda agua cuanta necesita para su crecimiento. La cantidad de agua en el suelo alrededor del tronco es tal, que pocas plantas soportan esas condiciones de vida, lo que explica la escasez de estrato herbáceo y arbustivo en los hayedos en comparación con otras formaciones boscosas. Mala compañera de vecindario.

Gracias a sus raíces superficiales, las hayas se adaptan perfectamente a los suelos rocosos.

En el área de distribución de esta especie euroasiática dentro de la península ibérica, el País Vasco presenta las condiciones óptimas para la especie. Euskadi es algo así como el epicentro de los hayedos ibéricos. No puede faltar por tanto una experiencia de flora destinada a observar uno de nuestros bosques más bellos, donde a falta de color floral, los musgos, y líquenes confieren una hermosura máxima. Magia pura en estos ambientes de hadas y duendes. Quizá por ello la diosa mitológica Mari aseguran habita estas montañas vascas.

Amanece sobre la hilera de picos del Aizkorri.
Casa de los Mikeletes.

A la belleza de los hayedos de Aizkorri-Aratz se une otra singularidad, la de crecer en suelos calizos. La mayoría de los hayedos españoles son acidófilos, crecen en la práctica totalidad de tipos de suelos e incluso en zonas calcáreas en las que las altas precipitaciones y la abundante hojarasca favorecen la acidificación edáfica. Más excepcionales son los hayedos eutrofos, los que se desarrollan en zonas calizas, en suelos calcáreos de menor pluviosidad. Son menos abundantes, pero mucho más ricos en especies acompañantes. Y los hayedos de Aizkorri-Aratz no son hayedos calizos sin más, son los hayedos calizos que crecen en el techo del País Vasco.

Calzada medieval entre el hayedo.

Parque natural Aizkorri-Aratz

El parque natural Aizkorri-Aratz, en la comarca del Goierri, es un enclave montañoso que se levanta entre las provincias de Álava y Guipúzcoa formando una barrera natural en la que el gris de la roca desnuda, el verde de los bosques y praderas y el azul del cielo van conformando una sucesión de postales.

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Túnel de San Adrián.

Pero si alguna imagen caracteriza al paisaje de este parque de casi 16.000 hectáreas es la poderosa muralla caliza del Aizkorri, una cortina de roca vertical que emerge sobre los tranquilos valles en los que pastan las ovejas latxa. Allí se localizan cimas como el Aitxuri (1.551 m.), el propio Aizkorri (1.528 m.) o el Arbelaitz (1.513 m.), las más altas del País Vasco. Y allí fuimos en compañía de Gontxu (empresa local Be San Sebastián) en busca de sus hayedos calizos. La ruta para hacerlo no podía ser más acertada, la que se abre paso a través del Túnel de San Adrián para alcanzar las zonas altas dominadas por el haya y la roca. El túnel de San Adrián es un túnel natural horadado en la roca que separa precisamente las dos cumbres que dan nombre a este espacio protegido: Aizkorri (1.528 m.) y Aratz (1.443 m.).

Ovejas pastando con el monte Aratz al fondo.

Tras el Túnel de San Adrián espera la magia vegetal

Desde el aparcamiento de Aldaola (al que se accede por una pista asfaltada desde Otzaurte), un sendero de casi 4 kilómetros pasa junto al bucólico emplazamiento de la casa de los Mikeletes (antiguo puesto tributario y donde se controlaban las mercancías) y sube sin dificultad hasta el hayedo que tapiza la vertiente sur del túnel. No es un sendero cualquiera, forma parte del Camino de Santiago y es Camino Real de Postas. De su importancia tomamos conciencia en los últimos metros antes de llegar a la boca del túnel, cuando su anchura y lecho empedrado nos pone en la pista de que estamos en realidad transitando por una calzada que ha sido paso desde tiempos inmemoriales entre la cordillera Cantábrica y Castilla, entre Europa y la Meseta. Por estas mismas losas pasaron reyes, soldados, mercaderes y siguen pasando peregrinos. Ya en el interior, nos recibe la ermita de San Adrián dominando este paso obligado durante siglos con especial esplendor en el medievo. El túnel ofrece una magnífica vista de la sierra de Aralar y ¡los Pirineos!

Desde el túnel se disfrutan panorámicas envidiables de las sierras cercanas e incluso, al fondo, los Pirineos.
Túnel de San Adrián, histórico paso entre la Cordillera y la Meseta.

En este caso el peaje del paso por el túnel no es monetario sino de gratitud. A la magnificencia del túnel de San Adrián le sigue el esplendor cromático del hayedo que crece tapizando la vertiente sur del pasadizo natural; a él se llega enseguida, como los reyes, caminando sin dificultad por una calzada que a cada paso presenta un aspecto más soberbio. A la derecha queda un tentador y recomendable asomo al balcón de San Adrián, un mirador natural que multiplica la generosidad de las panorámicas sobre el entorno y ofrece una particular perspectiva del propio túnel.

Visión norte desde la entrada del túnel.
Monte Txindoki, en Aralar, desde San Adrián.

Sin darnos cuenta estamos inmersos en el hayedo, la dominancia de la roca caliza es manifiesta, alternando zonas desnudas dominadas por el gris con áreas tapizadas por musgos, líquenes y helechos que dejan entrever la roca. En otoño, la estampa no puede ser más sugerente.

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Ermita de San Adrián.
Saliendo del túnel de San Adrián el panorama se abre súbitamente.

Caminando por la calzada pasamos junto a un túmulo prehistórico, junto a una fuente, y aprovechamos el enclave para fundirnos con el entorno. Dedicamos tiempo a mezclarnos con el bosque mientras observamos algunas de las plantas que acompañan a las hayas: acebos, tejos, arándanos, etc. También setas y hongos proliferan en determinadas épocas del año, especialmente en la que nos encontramos.

Calzada a su paso por el hayedo en San Adrián.
Al regreso, se observa bien la dolina en cuyo fondo se abre la salida del túnel.
El parque acoge la mayor población de buitres de Guipúzcoa.
Los hayedos sobre suelos calizos son más ricos que los acidófilos.

El Queso Idiazábal

Más abajo, pacen tranquilas los rebaños de oveja latxas, saboreando los ricos pastos que les proporciona una alimentación envidiable que dará como resultado, tras un delicado proceso de elaboración artesanal, los excelentes quesos de la Denominación de Origen Protegida Idiazábal. Delicatessen absoluta con la que fuimos a “brindar” por este magnífico día de campo.

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Eneko nos recibe en su quesería Ondarre, en Segura.

Eneko Goiburu está al frente de la quesería Ondarre, en la bella población de Segura. Solo produce 60-80 quesos al año ¡pero qué quesos! Con mimo, saber hacer y materia prima extraordinaria elabora quesos excelentes. Y no lo digo yo (que también después de probarlo), lo atesora una laureada trayectoria culminada con el reciente premio (septiembre 2021) al mejor Queso de Ordizia de este año (un prestigioso hotel zaragozano ha pagado 9.400 euros por medio queso), y en 2020 ganó el concurso de Quesos de Guipuzkoa. En 2014, también resultó ganador del mejor Queso de Ordizia y por aquel entonces un restaurante pagó 13.050 euros por medio queso.

Su secreto, me comenta Eneko, es el usar cuajo natural, de cordero, durante el proceso. Sea como fuere, no dejes de reservar un hueco en tu recorrido por el parque natural para hacer una visita (previa reserva) a esta quesería. Además de quesería su agroturismo forma parte de Nekatur, la asociación de alojamientos rurales de Euskadi.

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El hayedo de la falda norte del pico Aratz luce su esplendor otoñal.

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