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I. ANASAGASTI & K. SAN SEBASTIÁN: «El gran valor del libro ‘Nuestro hombre en Bilbao’ es que el espía Dyer vino a nosotros, algo inédito»

I. Gorriti

Los inagotables investigadores Anasagasti y San Sebastián vuelven a imprimir fuerzas conjuntas históricas sobre papel no mojado. Por ello, Iñaki y Koldo defienden con uñas y dientes en estos días Nuestro hombre en Bilbao un ensayo coral que bien podría ser novelado, pero que precisamente en la verdad vivida entre 1936 y 1960 reside su quid: los nacionalistas vascos que espiaron para los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y en los comienzos de la Guerra Fría.

Anasagasti

Anasagasti y San Sebastián durante la presentación del libro en Bilbao. · PHOTO · Cedida por José Mari Martínez

No es su primer libro juntos, caso de Los años oscuros o Primeros años del Nacionalismo. ¿Qué trabajo aporta cada uno, por ejemplo, en este nuevo ‘Nuestro hombre en Bilbao’?

Una vieja relación  de temas tratados conjuntamente, una acumulación de datos fruto de entrevistas de la historia reciente en los años 80 con los hermanos Agesta, Retolaza, Durañona, Zugadi, Irisarri, Juan Manuel Epalza, Uzturre, Solaun, Rezola, Basurde, Iñaki Renteria, Andoni Astigarraga, Anton Irala, Maguregui, Jon Bilbao y muchos más y lo que hemos ido encontrando y buscando por ahí.

El protagonista es más que curioso: Pat Dyer.

El caso de Pat surgió tras una llamada suya a Iñaki Anasagasti tras un programa en televisión entre él y Vázquez Montalbán, moderado por Manuel Campo Vidal para hablar de su libro Galindez en 1991.

Le telefoneó desde Alicante…

Le dijo: “Soy Pat Dyer, responsable del servicio secreto inglés MI-6 durante 20 años y quiero contar la historia de los vascos que trabajaron altruistamente al servicio del consulado británico de Bilbao durante la Segunda Guerra Mundial y cuyo trabajo nunca ha sido reconocido”. No íbamos donde él, sino él donde nosotros. Algo inédito en un espía, aunque ellos se llamaban “observadores”. De ahí el gran valor de este libro.

¿Abundemos en Pat Dyer, protagonista de ese título que recuerda al de ‘Uno de los nuestros’?

Un inglés nacido en Bilbao en 1916, educado en Inglaterra, jugador de rugby, al que la Guerra Civil le coge en Bilbao, es evacuado a San Juan de Luz, y al comienzo de la Guerra Mundial se ofrece como voluntario y es destinado por el Ministerio de la Guerra Económica al consulado británico de Bilbao para el control de los buques y sus cargas en el puerto de Bilbao. Y desde allí monta todo el tinglado. Hace un curso de contraespionaje y lo hacen responsable del MI-6 en Bilbao.

Evoca también a aquella tonada de «y un inglés vino a Bilbao». En su caso, Dyer era hijo de un fundador del Athletic…

Sí, el padre de Pat Dyer, William Llewellyn Dyer tenía una excelente reputación en Bilbao. Fue uno de los fundadores y jugadores del Athletic, formando parte del equipo que ganó la Copa en dos ocasiones. Jugó entre 1901 y 1905 y creó asimismo la Unión Ciclista  Bilbaina, era regatista, jugador de crickquet y tenis  y le gustaba el boxeo y además los negocios con sus  cargamentos de hierro y carbón le iban muy bien.

¿Cómo era de entrañas Dyer hijo, a quien entrevistaron?

Pues muy amigo de los vascos nacionalistas porque los vio trabajar y conoció de su entrega por la causa aliada. Tenía casa en Munguia y en Murguia. Estaba casado con Lolita Eguidazu cuyo hermano fue presidente del Athletic. Nosotros le entrevistamos en Munguia. Y era un hombre entrañable, socarrón, con su clásica flema inglesa y hablando maravillas de los hermanos Ajuriaguerra  y del trabajo hecho. ¡Ojalá los ingleses traduzcan este libro y John Le Carré haga una novela! Da para diez de ellas.

La intención de Dyer y de Flavio Ajuriaguerra era la de dejar constancia de la colaboración del PNV en la lucha contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial…

Sí, es lo que quería Dyer. Un día  Flavio, el hermano de Juan de Ajuriaguerra (encarcelado hasta 1943) fue en 1941 al consulado y se ofreció al cónsul para trabajar con los ingleses. El cónsul Grahan, un diplomático de carrera, no le hizo caso, pero el ordenanza del consulado le dijo a Pat Dyer que allí había un hombre interesante. Y ahí comenzó una amistad muy provechosa pues Flavio le puso en contacto con antiguos gudaris, presos y gente comprometida para hacer las distintas informaciones en los hoteles, en las fábricas, en el puerto, con los prácticos del Puerto, y de seguimiento de los  nazis que trabajaban en Bilbao y Neguri y tenían como tapadera una tienda de máquinas de escribir en la calle Ledesma. Inglaterra necesitaba asimismo planos, fotografías y transmisores, además del paso de fronteras y contactos con Gibraltar y Tánger. Y esa fue la red.

¿Qué les dijo Pat sobre Flavio?

Que era un hombre maravilloso. Enfermo de cáncer, los ingleses le querían condecorar, pues él sabía que en seis meses se moría, pero puso como condición que en su esquela constara que había sido condecorado con la Orden del Imperio Británico como último acto de propaganda. Los ingleses se negaron  a ponerlo así  y él no aceptó la condecoración. Era gente de fibra de acero.

Exhuman del olvido «una historia de espías que cuenta aventuras reales de un grupo de hombres (y de algunas mujeres) que vivieron con intensidad aquellos días de plomo y fuego en la guerra de las sombras»: los Ajuriaguerra, Jesús de Galíndez, el cojo Gómez, Manu Sota…

Sí, porque además del MI-6 existía la red Comete, de pases de aviadores por los Pirineos, los hermanos Mitxelena en Dax al servicio del Gobierno Vasco con los Agesta y las informaciones de los vascos en Francia y luego todo el trabajo que se hizo en América. Decía Oteiza que los vascos tenemos dos personajes fundamentales. Uno es el secretario municipal, el hombre que hace al país. Y el otro, el contrabandista, el que lo presenta al exterior. Pero falta además al espía, y en cada vasco hay un espía.

Ahí citan al Cojo Gómez, primo del Lehendakari Aguirre, contrabandista….

Era un contrabandista que trabajó con la Delegación de Colombia, los cientos de curas y monjas esparcidos por toda América, Manu Sota, ex presidente del Athletic, con amigos en todas partes hechos de cuando estudió en Cambridge y con una percha a lo Gary Grant que abría todas las recepciones…. Un elenco de lujo.

En estos últimos tiempos, el mundo jeltzale reivindica la figura del jeltzale Luis Álava, primo de Ajuriaguerra, y creador de una red de espionaje que atendía a presos. ¿De todos ellos fue el único asesinado, en 1943?

Mira, se ha creado Gogora para que estas cosas no se olviden pero atiende también a lo ocurrido con ETA y apenas se está haciendo nada con el 80 aniversario de aquella tragedia. Y a nosotros nos gustaría decirles dónde están los nudos de estos años, pero no sabemos nada de ellos. La Diputación Foral de Bizkaia se ha portado muy bien con este libro. Y la tragedia de Luis de Alava es una de ellas. Lo fusilan en 1943.

Recuerden su figura…

Era un ingeniero del PNV de Gasteiz que dirigió una red fantástica llena de mujeres de encarcelados y de patriotas cuya lista se hace con ella la Gestapo al entrar en la Av. Marceau en 1940 y los procesan por las 700 notas informativas que enviaron al Gobierno Vasco, los contactos en las cárceles etc. Procesan a 19, los encarcelan y fusilan a Luis de Alava a pesar de que se movió todo el Vaticano. Franco era un asesino.

¿Qué papel cumplió el lehendakari Aguirre entre 1936 y 1960 en aquellos años en los que el Gobierno de Euzkadi mantuvo activo el Servicio Información y Propaganda que colaboró con otros gobiernos?

Ya siendo presidente del Gobierno Vasco en Bilbao le encargó a Lasarte y a los hermanos Mitxelena la creación de un servicio de Información. Luego tras su huida vía Berlín, hablamos de cómo la Oficina de Servicios Secretos (OSS) norteamericana, trabaja para sacarlo de Alemania, lo contamos en el libro. Es la versión verdadera de aquella huida que ahora se puede contar y luego trabajó con los ingleses y norteamericanos. Su viaje  de tres meses por once países americanos, donde pronunció conferencias memorables, sobre todo la de Uruguay y Cuba, tuvo como fondo, el apoyo de la Oficina de Servicios Secretos norteamericano, para ayudar a los aliados y romper el mito de la Cruzada de Franco.

Incluso hablan de un pacto con el FBI…

Sí, un pacto previo con el FBI que se ocupaba de todo lo que ocurría en América. Además se creó e BIS (Basque Information Service) que era quien negociaba con los yanquis para que estos no escogieran ellos sus espías preferidos. Ya sabes que en los servicios la exclusividad es fundamental.

¿La embajada en Madrid ayudaba o entorpecía este trabajo?

Al principio entorpecía porque todos los informes era de los vascos y esto creaba malestar hasta que Pat Dyer se fue a Madrid y le dijo al embajador que los informes hechos por republicanos y sus agentes eran solo recortes de periódicos y el que le enviaba eran todos de vivencias personales comprometidas. Al final se convenció, se hicieron amigos y vino una vez a Lekeitio a pescar atunes.

¿Cómo y por qué se puso final a estos servicios?

Porque acabó la Guerra Mundial, cambió el enemigo de los nazis a los comunistas, los aliados y el Vaticano reconocieron a Franco y traicionaron todo este trabajo y porque murió Aguirre en 1960 y Pat Dyer fue destinado a otro consulado. Y porque hubo también sus peleas entre ingleses y norteamericanos; entre Aguirre y Ajuriaguerra.

¿Fue un trabajo en balde o tuvo consecuencias que han llegado hasta nuestros días?

Fue un trabajo fantástico, de entrega total, de gran riesgo e inteligencia, de suplantación de personalidades, de ir como Dalmacio Langarika en bicicleta a Madrid a entregar una información, de esconderse como Zubillaga en un prostíbulo de la calle San Francisco de Bilbao de una madame que era del PNV… Hubo de todo, pero sobre todo entrega a la democracia y a la creencia que tras la guerra los aliados iban a ayudar a los vascos. No fue así y esta es la historia de este libro que trata de hacer justicia.

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